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Intercambios lunes, 28 de mayo de 2007 |

Las ocurrencias de los líderes del PP no tienen nombre [bueno sí, pero prefiero abstenerme al respecto]. Mariano Rajoy, hombre de centro y liberal donde los haya, ha planteado al PSOE hace un canje electoral, vamos, un intercambio puro y duro. Ofrecen apoyar al candidato socialista a la Presidencia del Gobierno de Canarias a cambio de que los socialistas apoyen al líder de UPN [marca electoral del PP navarro] en la cámara foral. Y yo me pregunto, ¿qué coño tiene que ver el escenario canario con el navarro? Pues poco, muy poco.

En Navarra se ha producido un ascenso espectacular de la izquierda nacionalista no-abertzale de Nafarroa Bai [que pasan de 0 a 12 escaños]. En un contexto caracterizado por el discurso del “rompe-Españas” de UPN y el PP, que desde hace meses acusan sin fundamento alguno a los socialistas de intentar vender Navarra a los independentistas vascos, ahora los populares nos vienen con un intento desesperado, por no decir esperpéntico, de intentar frenar una más que posible coalición entre Na-Bai, PSOE e Izquierda Unida. Lo peor del caso es que pretenden hacer un intercambio de poderes regionales [como el que no quiere la cosa] sin tener en cuenta que los dos escenarios electorales a los que están haciendo alusión, poco o nada tienen que ver el uno con el otro. En Canarias el espectacular avance de los socialistas se debe al profundo descontento de un amplio sector de la sociedad canaria con las nefastas políticas y la desastrosa gestión de los pseudonacionalistas cocainómanos de CC. La debacle del PP en las islas orientales ha sido el principal promotor de este “cambio a medias”, pero una alianza entre CC y PP podría arrebatarle la presidencia al ex Ministro de Justicia. Lo curioso del caso es que en la anterior legislatura se produjo una coalición de gobierno entre nacionalistas y populares que terminó en ruptura hacia mediados de la misma. Lo que pocos saben es que los socialistas canarios han venido apoyando puntualmente al gobierno de CC durante estos dos últimos años. ¿Pretenderán ahora vendernos los regionalistas del “polvo blanco” que su relación con el PP es factible tras más de dos años sin entenderse? ¿Realmente creen que vamos a tragarnos que un pacto entre ambas fuerzas será estable? Visto los antecedentes al respecto, y la política de CC en el Congreso de los Diputados [estos se venden al partido de turno que gobierne la nación], el asunto se presenta complejo. Pero lo que es absolutamente inaceptable es el chantaje que Mariano Rajoy pretende imponerle al PSOE; hacer un intercambio de poderes regionales no sólo es un absurdo mayúsculo, sino una demostración de la falta absoluta de conciencia democrática entre los líderes del actual Partido Popular. Pretender equiparar dos escenarios electorales que sólo tienen en común una derrota importante en número de votos de los populares, es un insulto hacia los ciudadanos de Canarias y de Navarra. Espero que los canarios que en las próximas elecciones habían pensado votar al PP de Mariano Rajoy se lo piensen dos veces antes de depositar en la urna una papeleta hacia un partido que minusvalora el voto de sus simpatizantes en las islas para priorizar el de aquellos que viven en otra Comunidad Autónoma

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¿Ganadores? |

Los políticos tienen algo más que morro, jeta y cara dura; no contentos con ingresar suculentas cantidades de dinero público en sus cuentas bancarias, utilizar el urbanismo como medio ilícito de enriquecimiento y mentirnos a lo largo de toda la campaña electoral, han decidido engañar a los españoles con sus esperpénticas valoraciones acerca de estos últimos comicios municipales, autonómicos y a cabildos insulares canarios. El PP asegura haber ganado estas elecciones, al contar con 155.991 votos más que el PSOE, que se queda con 7.758.093 votos [frente a los 7.914.084 votos]. En cambio, el PSOE logra aumentar su poder territorial al mantener las plazas autonómicas en las que gobernaba, arrebatarle importantes capitales de provincia al PP y reforzar su presencia en casi todas las autonomías de la nación. El tercer partido más votado es Izquierda Unida con 1.216.443 votos.
En los análisis que se han efectuado hasta el momento por los partidos políticos, la objetividad parecer brillar por su ausencia. Las declaraciones de Acebes y Blanco son algo más que una manipulación burda de la realidad. Pepe Blanco argumentaba que, de no ser por la victoria aplastante del PP en Madrid, los socialistas habrían ganado las elecciones. Y yo me pregunto ¿cómo puede pasarse por alto el voto de millones de personas de la capital del Reino? Acebes argumentaba que el PP había ganado las elecciones por haber logrado un mayor número de votos, a la par que hacía referencia a la victoria absoluta de su partido en la Comunidad de Madrid, pero ¿qué hay de las referencias al descalabro electoral del PP en Canarias, Galicia o Navarra? ¿Nada que decir de la pérdida de su mayoría absoluta en Baleares o la pérdida de un bastión popular como el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria?
Así pues, con los datos en la mano [las cifras siempre son objetivas] mi lectura de estas elecciones no pasa por el sectarismo de PP o PSOE, sino por la consideración de que ambas fuerzas han ganado en distintos aspectos. El PP en número de votos, algo intrascendente a no ser que se quieran ver estas elecciones como un plebiscito a la actual dirección del PP o a las políticas de Zapatero; el PSOE ha ganado en poder territorial, abriéndose la puerta a gobiernos de izquierdas en Baleares, Navarra y Canarias. El PSOE mantiene todas las autonomías en las que gobierna y sube de manera espectacular en Canarias, donde pasa de 17 a 26 diputados en la cámara regional. En cambio, el PP pierde sus mayorías absolutas en Navarra y Baleares, y es aquí donde el partido de Rajoy evidencia una carencia estructural y preocupante de los populares: su incapacidad manifiesta de pactar con otras fuerzas. Y si lo que los populares pretenden dentro de un año es gobernar la nación, con los datos en la mano, la tarea se les antoja casi imposible. Con un mapa político tan fragmentado, las fuerzas nacionalistas e Izquierda Unida son vitales para gobernar a partir de 2008; el discurso del "rompe Españas", la demonización de todas las fuerzas [ejemplificadas en las declaraciones de Aznar de que todo aquel que no votase al PP estaba contribuyendo a la entrada de ETA en las instituciones, ergo, nos estaba llamando etarras] y la debacle electoral del PP en las regiones periféricas, son un buen ejemplo de la imposibilidad de que Rajoy y su equipo gobiernen a partir del próximo año. Sólo un milagro lograría dar un vuelco a la actual situación, porque, por mucho que los periodistas repitan continuamente el mantra de que el partido que obtiene un mayor número de votos en las municipales es el que siempre gana en las generales, las dinámicas electorales no son matemáticas. La política se fundamenta en los pactos y en las estrategias de coalición, dos conceptos antagónicos con la actual línea ideológica de la derecha española.

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De izquierdas viernes, 25 de mayo de 2007 |



He decidido hacer campaña, desde este modesto blog, por las candidaturas presentadas por la coalición Izquierda Unida Canaria – Los Verdes de Canarias – Unión Ciudadana para los ayuntamientos [al menos en los que se presentan] y el cabildo insular. El voto a la presidencia del maldito Gobcan aún me lo estoy pensando [¿en blanco?, ¿a las ratas socialistas como mal menor?]. Las encuestas y proyecciones [¿más optimistas?] otorgan a la coalición ecosocialista que se presenta bajo el nombre de “Unidos por Tenerife” entre 1-2 concejales para el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, lo que implica que la coalición será la única formación de izquierdas con representación en el consistorio; en mi pueblo, La Orotava [feudo de la CoCa] las proyecciones arrojan entre 3-5 concejales, lo que la podría convertir a IU-Verdes en la segunda fuerza tras la todopoderosa maquinaria caciquil de Coalición Canaria. En el Puerto de la Cruz, una candidatura de IU formada únicamente por gente joven de izquierdas podría lograr un concejal y ayudar en la consolidación de una mayoría de izquierdas que arrebate la alcaldía a la nefasta coalición CC-PP. En La Laguna, la coalición IUC-Verdes-UC también podría lograr representación en la alcaldía.

Va siendo hora de que la auténtica izquierda, representada en Canarias únicamente por Izquierda Unida y Los Verdes, logre representación en las principales instituciones del Archipiélago. Hemos de parar los pies a los pseudonacionalistas traicioneros de Coalición Canaria; a los demagogos socialdemócratas del PSOE; y a la escoria corrupta y ultraderechista del Partido Popular Canario. Es hora de que la izquierda ecosocialista de Tenerife tenga un representante en un cabildo entregado a la corrupción, a las obras y al ahogamiento tributario al que la mafia de Ricardo Melchior está sometiendo a los pequeños comercios de la isla. Va siendo hora de acelerar el cambio que estas islas requieren, y la coalición rojiverde es una opción válida, una opción necesaria.

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90 días jueves, 24 de mayo de 2007 |



Lo que daría por volverte a dar un abrazo; sacarte de paseo; prepararte la cena; dejar que me robaras los calcetines; prepararte la cama para que durmieras bien; darte todas las galletas que quisieras; verte mover el rabo al llegar a casa; hacerte visitas al salón mientras duermes; oírte ladrar; cuidarte; darte un buen baño. Lo que daría por volverte a ver, Nira…

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Pacifistas de cartón miércoles, 23 de mayo de 2007 |



A estas alturas del juego, sostener o seguir creyendo que los socialistas españoles son pacifistas es de chiste, por no decir de risa. La retirada de las tropas del berenjenal iraquí era una propuesta con la que, demagógicamente, Rodríguez Zapatero había hecho campaña electoral. De esta manera, ZP logró atraerse el voto de los siempre descontentos y apolíticos jóvenes, una masa ideológicamente de izquierdas pero tradicionalmente ajena a la participación electoral. Los socialistas nos prometieron una “nueva manera de hacer política”, y hasta aquel ingenuo con cara de tonto que hoy preside esta nación de naciones, llegó a afirmar que “el poder no lo cambiaría”. Pues bien, tres años después de la más que justa victoria electoral del Partido Socialista, las cosas no parecen haber seguido el camino prometido por la socialdemocracia de este país. Mientras que el gobierno entrante mandaba retirar las tropas del infierno iraquí, el Congreso daba luz verde al envío de efectivos militares al caos afgano. Y ustedes me dirán ¿qué diferencia hay entre tener tropas en Irak a tenerlas en Afganistán? Pues nuestros siempre pacifistas socialistas se escudan en un argumento de dudosa credibilidad: la guerra de Irak era ilegal, mientras que la de Afganistán contaba con el aval de las Naciones Unidas. Categorizar las guerras entre legales vs. ilegales puede ser contraproducente, por no decir reduccionista [y en esta categoría entro yo, que en alguna ocasión he hablado de la ilegalidad de la intervención en Irak]. Las guerras, sean del color que sean y tengan las causas que tengan siempre serán ilegales en el sentido abierto del término [no en el jurídico]. Todas son igual de aberrantes y nacen de una clara ilegitimidad: el uso de las armas y la fuerza para defender un punto de vista, una idea o un orden concreto. Partiendo de ésta lógica, el envío de tropas al cóctel molotov en el que se ha convertido Afganistán no deja de ser igual de inmoral que la permanencia en Irak, por muchos avales de Naciones Unidas [una institución desprestigiada, autoritaria y anacrónica en el actual contexto global] y de la UE que los socialistas españoles pretendan esgrimir como legitimadoras de una decisión bélica. Si a esto unimos la desidia y la falta de interés de Rodríguez Zapatero por el problema del tráfico de armas [en 2005 planteó sacar adelante una ley que regulara, de una vez por todas, el comercio de armas, aún la estamos esperando], y el escalofriante dato de que España es el mayor suministrador de municiones del África subsahariana, llegamos a la conclusión de que el pacifismo de los socialistas es de cartón-piedra, por no decir de cartón malo, a secas. La compra de misiles Tomahawk por un millonada de euros por el Ministerio de Defensa español, el mantenimiento de los efectivos militares en Afganistán y la no-regulación de la venta de armas [una promesa electoral aún sin cumplir] evidencian hasta qué punto, los mismos que se manifestaron hace tres años en contra de la guerra y que utilizaron el lema con el que todos nos sentimos identificados para sus propios fines electoralistas, hoy practican todo lo contrario: pactan la compra de misiles con los mismos que bombardean las casas de los iraquíes; le hacen el juego al Imperio al que dicen oponerse en las tierras del opio afganas; justifican con su no-regulación el comercio de armas al tercer mundo y el lucrativo negocio que las empresas españoles hacen en los países en conflicto. Sí, este es el pacifismo de los mismos que en el vídeo de la campaña electoral para las municipales y autonómicas hablan, de entrada, de la paz mundial. Este es el pacifismo de unas ratas carroñeras que se dicen de izquierdas, cuando no son más que un burdo subproducto de algo que llaman socialdemocracia; son la escoria ideológica de siempre, los de la rosa y el puño; los de la rosa, la metralleta, el misil y el tanque.

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¿Me respetas? martes, 22 de mayo de 2007 |

La entrada en vigor de la Ley del Tabaco no ha implicado ni una nueva cultura del consumo de esta droga, ni un mayor respeto hacia aquellos que nos negamos a tragar la humareda de los que no son capaces de respetar ni su propia vida. Los datos presentados hoy por la OCU ponen en duda la eficacia de la normativa reguladora [por no decir prohibitiva] instaurada por el ejecutivo socialista. Según esta organización, alrededor de un 85% de los locales incumple la ley, al ofrecer una zona más amplia para los fumadores de lo especificado en la normativa; la mala señalización y un ineficaz aislamiento son las otras dos infracciones más comunes. Destaca también que el incumplimiento de la ley llega a alrededor de un 18% en los transportes públicos, y muy especialmente en el metro madrileño [donde la gente se pasa la ley por el forro de una manera escandalosa]; los centros públicos [educativos o sociosanitarios] también son escenarios frecuentes de la violación de la ley.

Esta noticia ha de conectarse con los datos del último Eurobarómetro que, como viene siendo habitual, deja bastante mal parados a los españoles. Éstos se alzan con un dudoso primer puesto como los europeos que menos respetan a los no fumadores: el 85% consume tabaco en sus casas o en la de sus amigos en presencia de no fumadores, y un número por encima de la media europea lo hace en lugares cerrados con niños y mujeres embarazadas [sí, aberrante]. Un 34% de los españoles se declara fumador [frente al 32% de la media europea], y de ellos un 96% lo hace a diario; un 19% de esos mismos fumadores dice haber intentado dejar el tabaco en el último año [frente a un 31% de media en la UE]; un 36% de los fumadores fuma dentro de sus coches en presencia de no-fumadores; un 42% de los hogares españoles no aplica políticas antitabaco propias, mientras que en un 49% de los hogares europeos, la prohibición de fumar es una normativa común. Aún así, de la falta de respeto que a diario sufrimos los no-fumadores a manos de los hooligans del humo, y de que el tabaco produce 650.0000 muertes tan sólo en Europa [50.000 en España], los gobiernos no se deciden a aplicar políticas más restrictivas [que abandonen la etiqueta reguladora de una santa vez]. Mientras, los fumadores pasivos, aquellos que nos negamos a ser pasto de los cánceres y demás enfermedades cardiorrespiratorias producto de un hábito propio de drogadictos y enganchados, debemos seguir protestando y ejerciendo de policías ante la falta de respeto de los fumadores y la dejadez de las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento efectivo de la ley. Y así, hasta que la cultura en torno a este insalubre hábito no cambie y las leyes restrinjan el consumo de esta droga en espacios cerrados de una manera absoluta, unos 80.000 no-fumadores engrosarán las macabras listas anuales de la muerte producto de la falta de respeto de unos drogadictos incapaces de entender que su humo envenena, molesta y mata.

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Tontos de remate lunes, 21 de mayo de 2007 |

Ya queda menos para que este derroche de demagogia, populismo y electoralismo barato llegue a su fin. Ello no implica que la última semana no sea, como es de suponer, la peor de todas. Si el fin de semana pasado los políticos nos deleitaron con sus extravagantes opiniones acerca de drama de los cayucos, esta semana ha tocado la descalificación sin fundamento y la retórica electoralista y carroñera. El bocazas de turno ha sido el candidato de Coalición Canaria [CoCa, acrónimo muy al caso], Paulino Rivero, que no contento con intentar engatusarnos a los canarios un programa electoral sin pies ni cabeza [sí, he tenido la paciencia de leerme el programa sin vomitar], ha decidido hacer uso de la mentira y la patética distorsión de la realidad a la que nos tiene acostumbrados. Ya sabemos que esta gentuza de la CoCa no tiene límites cuando se trata de engañar al pueblo canario; llevan ya más de 12 años haciéndolo sin ruborizarse ni lo mas mínimo. Es por ello que no es de extrañar que la última ocurrencia [por no decir abiertamente gran mentira] del señor Rivero ha sido el de tergiversar burdamente TODAS las encuestas que auguran la victoria del PSOE en las autonómicas canarias. Rivero ha afirmado que éstas vienen apuntando a un desinflamiento continuado del Partido Socialista y además, ha tenido la desfachatez de augurar que la caída del PSOE aún no ha terminado. Pues vaya, señor Rivero, de sus palabras extraigo dos interesantes conclusiones: la primera, que es un analfabeto y se alegra de serlo [en lugar de desinflamiento mejor decir “desinfle”], y la segunda, que usted es miope, ciego o tiene graves problemas de comprensión. ¿Se habrá equivocado el señor Rivero de encuestas? Pues yo lo dudo mucho, ya que TODAS dicen lo contrario a lo proclamado por este engendro: el PSOE es la única fuerza que sube en escaños en el Parlamento, mientras que la CoCa es la única que pierde [hay proyecciones que sostienen que CC quedaría relevada a tercera fuerza política]. Además, Paulino Rivero, no contento con reírse de nosotros en la cara, decidió inventarse que Zapatero y López Aguilar han insultado al pueblo canario y que están transmitiendo una imagen de Canarias al resto de España que no se ajusta con la realidad. ¿Me puede decir, con exactitud, cual es el insulto al que usted hace referencia? Lo digo porque yo no lo he oído en estas dos semanas de insulsa campaña electoral.

Los segundos en demostrarnos que, junto a Paulino Rivero viven en una realidad paralela, son los dirigentes insulares del Partido Popular. Como ya muchos sabrán, el PP presenta a la alcaldía de la Villa de Garachico una lista formada únicamente por mujeres. Con la Ley de Igualdad en la mano, la lista es claramente ilegal, ya que vulnera el principio de “paridad e igualdad de género” en las mismas. Pero esta gente del PP dice no entenderlo [yo más bien creo que se hacen los tontos] y apuestan por una “clara constitucionalidad” de la lista de Garachico. Para darle más publicidad a un asunto absurdo que raya lo demencial [presentar, a estas alturas, una lista electoral conformada sólo por mujeres es de estúpidos], el PP ha decidido traerse al hijo del ex Presidente Adolfo Suárez, que nos ha vuelto a deleitar son un par de comentarios de lo más insulso [este pobre hombre no da para más]. Así pues, entre unos y otros, parecemos estar condenados a tener unos gestores de lo público de lo más estúpidos. Y esto son sólo dos ejemplos de lo demencial de este juego electoral a gran escala ya que no quiero ni imginarme cómo han de ser los mítines a escala local o la campaña en los pueblos. En fin, que ya va quedando menos para acabar con este bochornoso y lamentable espectáculo de demagogia y populismo sin fronteras.

Pd. esto ya se acaba amigo Carlos.

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Viajar vigilado sábado, 19 de mayo de 2007 |

Las cosas en el Tíbet se están poniendo feas. Hace unas semanas, un grupo de norteamericanos y exiliados tibetanos ascendieron a la base de la montaña más alta del planeta, el Qomolangma [nombre tibetano de Everest] para pedir la liberación del Tíbet y unos Juegos Olímpicos libres de las miserias a las que nos tienen acostumbrados los comunistas chinos. Los manifestantes fueron detenidos inmediatamente por la policía militar china. A raíz de este episodio el gobierno chino ha vuelto a las andadas y ha decidido aplicar nuevas restricciones para los viajeros que decidan escaparse unas semanas al “Techo del Mundo”. El gobierno ha decidido prohibir a cualquier viajero no-han [los han son la etnia mayoritaria china] viajar por libre, introduciendo de nuevo la obligatoriedad de viajar en grupo. Además, los permisos para entrar en el Tíbet [el Tíbet es la única región de China en la que se necesita un permiso especial concedido por el gobierno chino] sólo serán expedidos desde la oficina central de Lhasa, controlada por la policía china.

Las restricciones a los viajeros independientes se introdujeron en 1990, tras las multitudinarias manifestaciones independentistas que sacudieron la capital Lhasa en 1989. La presencia de muchos occidentales, que fueron testigos in situ de la represión extrema y la brutalidad china contra los manifestantes, fue la gota que colmó el vaso para las autoridades de Beijing. Los occidentales, a lo largo del último año, han sido objeto de denuncias públicas y una campaña de desprestigio creciente por parte de las instituciones chinas. Para el gobierno comunista, los occidentales suponen una amenaza manifiesta contra sus políticas y su forma de gobierno totalitario; por ello, China ha desarrollado una tecnología propia y muy sofisticada para censurar cualquier contenido “indeseable” de la red de redes y practica a diario una censura sin cortapisas en los medios de comunicación [públicos y extranjeros]. Robert Barnett, profesor de estudios tibetanos en la Universidad de Columbia [Nueva York] y testigo de las manifestaciones de 1989, asegura que los chinos se han sentido ultrajados por la protesta de hace unas semanas, no tanto porque se pidiera la liberación del Tíbet, sino porque se ha escenificado en medio de los preparativos para la gran ceremonia de los Juegos Olímpicos [no olvidemos que la antorcha olímpica ascenderá el Qomolongma, de ahí la protesta en la base de la montaña]. Barnett asegura que el miedo a quedar en ridículo durante los Juegos Olímpicos comienza a ser una preocupación central para las autoridades chinas. Una protesta en el seno de los Juegos, supondría un fracaso estrepitoso del régimen autoritario, y la proyección de una imagen que los chinos han intentado lavar una y otra vez sin éxito. Porque la ausencia de derechos humanos y libertades individuales sigue siendo una trágica realidad, por mucho que los comunistas chinos pretendan hacernos creer lo contrario. La decisión de poner restricciones a los viajeros occidentales supone una malísima noticia para todos aquellos que soñamos con viajar al que, con toda probabilidad, ha de ser el lugar más mágico de la Tierra. El Tíbet, pues, tendrá que esperar…

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Homofobia de Estado jueves, 17 de mayo de 2007 |



El 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de su lista de patologías mentales, accediendo a una de las reivindicaciones clásicas de los primeros movimientos GLTIB. Lo tardío de la fecha evidencia hasta qué punto las leyes y las instituciones globales han estado contaminadas de homo y transfobia hasta hace al menos una década. La ILGA [Asociación Internacional de Lesbianas y Gays] ha publicado un informe en el que detalla las leyes homofóbicas que aún están vigentes en más de 80 estados de todo el mundo. Ocho de esos Estados [Afganistán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Mauritania, Nigeria, Sudán y Yemen] aplican la pena de muerte; los restantes países de la lista aplican todo tipo de castigos físico-psicológicos, penas de cárcel, multas y humillación pública a aquellos seres humanos con una orientación sexual no-normativa. La lectura detallada del informe es escalofriante: nos recuerda la doble marginación que sufren los homosexuales del tercer mundo y la imposibilidad de éstos de reivindicar derechos básicos en un contexto legal claramente homofóbico. Y a pesar de que la mayor parte de estas deleznables leyes se aplican en países no-occidentales, el aumento de la homo y transfobia en algunos países de Europa oriental presagia un escenario complejo. Si en el corazón de la Europa unida existen países que aún son capaces de plantear normativas que excluyen y denigran las conductas y orientaciones sexuales no-normativas, los tímidos avances legales [circunscritos, en su mayor parte, a aspectos legales tales como el matrimonio o la adopción] en Holanda, Bélgica y España son una gota de agua en un océano de intolerancia y discriminación.

El informe [Homofobia de Estado] recoge los avances legales llevados a cabo en Cabo Verde [2004], Islas Marshall [2004], Fiji y Puerto Rico [2005] y Mongolia [2002], donde en todos los casos se ha despenalizado la homosexualidad como conducta delictiva. En el resto de países recogidos en el informe se detallan las leyes principales que sustentan las legislaciones homofóbicas más radicales del planeta. Hoy es el día para pedirle por enésima vez al gobierno socialista de Rodríguez Zapatero que promulgue, cuanto antes, una Ley Integral contra la Homofobia, que castigue como delitos la incitación y realización de actos que atenten contra la integridad físico-psicológica de los y las homo, trans, inter y bisexuales. De lo contrario, los socialistas nos demostrarán de nuevo en lo que están basados sus planteamientos y valores: en la hipocresía y el burdo electoralismo que siempre ha caracterizado a la jauría socialista.

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Tú sigue así.... miércoles, 16 de mayo de 2007 |

Pedro Zerolo, el abanderado de los matrimonios gays y siempre progre socialista [Secretario de Movimientos Sociales del PSOE] es uno de los políticos más estúpidos, engreídos y patéticos de la escena política nacional. No contento con hacer apología a diario de su condición sexual [vamos, como si nos importara lo más mínimo a quién o quiénes decide meter este señor en su cama], defender los valores más rancios de la homonormatividad y apoyar incondicionalmente al paleto supremo que tenemos como Presidente, ha decidido dar un paso más en su infame carrera política. Zerolo, que debe de andar muy mosqueado con que el candidato socialista a la alcaldía de la capital del reino se negara a aparecer en la portada de la revista Zero [que para el que no sepa mucho de estas cosas, está dedicada a homosexuales con pocas neuronas], no ha podido reprimir su profundo malestar al ver que en su lugar, los pseudoprogres de la revista han decidido sacar en portada al popular Ruiz Gallardón. Como muestra de su infantil rabieta ha decidido enviarle a media caverna [a Federico Jiménez Losantos, Conferencia Episcopal, Foro de la Familia y demás freaks ultraderechistas] ejemplares de la Zero con Gallardón en la portada. Y ustedes se preguntarán ¿qué [coño] hace Zerolo gastándose tanto dinero en enviarle una revista gay a elementos tan homofóbicos como los ya citados? Pues resulta que nuestro compatriota [sí, Zerolo es canario] ha creído conveniente que los brazos mediático-religiosos del Partido Popular sepan quién es Gallardón y qué opina éste de los homosexuales. Imagino que a estas alturas, muchos de los que estén leyendo esto estarán pensando lo mismo que yo [Zerolo es tonto, gilipollas o algo peor], pero lo peor del caso es que el susodicho, no contento con haberle enviado revistas gays a media caverna, decidió deleitarnos con una de sus habituales salidas de tono. Éste llegó a afirmar que la portada de Gallardón era un intento desesperado del PP por sumarse a una reivindicación apoyada por la mayoría; para terminar la faena, Zerolo calificó a Gallardón de cínico y oportunista.

Pues bien señor Zerolo, sepa usted que ni todos los homosexuales son del PSOE, ni todos son de izquierdas; ni todos los de derechas son homófobos ni todos los miembros del Partido Popular están en contra de sus tan amadas bodas gays. Que sepa usted, de antemano, que el único oportunista en toda esta historia es su partido, el PSOE, que se apuntó al carro de las reivindicaciones homosexuales más de una década después de que los compañeros de Izquierda Unida comenzaran, allá por la década de 1980, a pedir una mayor igualdad legal y práctica para todos los homosexuales españoles. ¿Me puede usted explicar cómo puede tener la santa cara de recriminarle a Gallardón y al PP no haber aprobado las bodas gay si los anteriores ejecutivos socialistas jamás se mostraron interesados en el tema? ¿Cómo puede usted arrogarse el derecho de reivindicar el voto de los homosexuales a su partido? ¿Es que no hay pluralidad ideológica en el mundo multicolor del que usted se nos presenta como abanderado principal? ¿Es que es usted incapaz de entender que existen personas de centro-derecha tan o más respetuosas que la jauría socialista a la que pertenece? Usted representa lo peor del movimiento GLTIB: pretende representar a los que no necesitamos representación y pretende instaurar el extraño binomio “homosexual = socialdemócrata”. Mal vamos si esta es la política tolerante, abierta y dialogante del partido al que usted pertenece, al que usted representa.

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Sin palabras martes, 15 de mayo de 2007 |

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Basura [ideológica] lunes, 14 de mayo de 2007 |

Con tan sólo una semana de campaña electoral a sus espaldas, nuestros crispados políticos están logrando desquiciarnos a todos con sus salidas de tono, sus incongruencias y su sobrada ineptitud. Llevamos una semana escuchando todo tipo de sandeces, falacias gravísimas y promesas imposibles de ser cumplidas por un político serio. La confrontación entre PSOE y PP a raíz de la llegada de casi 1000 seres humanos a las costas canarias ejemplifica la ausencia de una moralidad mínima entre los dos grandes del escenario político español. Los primeros achacan a la oposición su distorsionador discurso al respecto, mientras que los segundos culpan al actual presidente de la nación del descontrol de los flujos migratorios. Y lo que es peor, la oposición está utilizando el drama humano de los cayucos para mantener viva la llama de la confrontación absurda y partidista que llevan practicando desde el mismo día que estallaron los trenes aquel 11-M. La crispación política es, en mi opinión, producto de un contexto de estancamiento grave en el que los partidos, en lugar de presentar propuestas para desbloquear la situación de confrontación y desencuentro, han decidido optar por la vía del todo vale para descalificarse mutuamente. Los primeros en apuntarse a esta terrible estrategia fueron los despechados populares, que no conformes con habernos manipulado y engañado hasta la saciedad, no dudaron ni un solo instante en apuntarse al tren de la “consparanoia etarra”. Ahora, tres años después de insinuar a diario que los terroristas vascos tenían mucho que ver en lo ocurrido aquella mañana de marzo, tienen la desfachatez, con el mentiroso del reino [A. Acebes] como actor principal de todo este teatro, de decirnos que jamás insinuaron en ningún momento lo que ahora con tanto ahínco niegan. ¿Es que no han mentido bastante, señoritos del Partido Popular?

Pero los mentirosos populares no son los únicos que llevan tres años haciendo lo que mejor sabe hacer un político: nada. En el PSOE llevan viviendo de las rentas de la guerra de Irak hasta la fecha, y lo peor de todo, no se ruborizan a la hora de seguir engañándonos con su pacifismo prefabricado. En el vídeo electoral de los socialistas, lo primero que sacan a relucir es, de nuevo, la guerra de Irak, y yo me pregunto ¿es que no hay nada más de lo que hablar? ¿Qué conexión hay entre las elecciones municipales y autonómicas y la citada y blasfema guerra? Lo mejor del caso es que, mientras que los socialistas se vanaglorian de su política pacifista y diplomática, el Ministerio de Defensa [bajo control del PSOE] ha anunciado la compra de misiles Tomahawk por valor de 72 millones de euros. Pues vaya, no termino de entender de qué va el mensaje electoral pacifista de la basura socialista: queremos un mundo en paz, libre de guerras, pero nos armamos hasta los dientes con un presupuesto de defensa que no para de incrementarse anualmente. Si a esto unimos que los socialistas pretenden captar el voto de los jóvenes [crucial en el 2004 para hacerse con el poder], con un programa electoral basado en mentiras mayúsculas en temas tan serios como el trabajo o la vivienda, entonces mi conclusión es que tanto el gobierno como la oposición se están riendo de nosotros en nuestras propias narices. ¿Qué hacer ante este estancamiento perpetuo al que PP y PSOE nos tienen sometidos? ¿Estamos condenados a votar a los de siempre por mera aritmética electoral?

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Bochorno |



Lo que se ha vivido este fin de semana en Canarias es simple y llanamente inadmisible: en medio de una nueva crisis migratoria, el Partido Popular se ha dedicado a hacer campaña electoral con el drama de los cayucos. Desde Las Palmas de Gran Canaria, el señor Rajoy ha afirmado que si llega al poder [¿este hombre aún no se ha dado cuenta que las elecciones son municipales y autonómicas?] la primera medida que tomará será prohibir por ley más regularizaciones masivas de inmigrantes, a la para que dice apostará por una inmigración ordenada y legal. Pero a ver señor Rajoy, yo entiendo que compartir un mitin con ese inepto integral que aspira a la presidencia del Gobcan por su partido le pueda influir a la hora de decir sandeces, pero de ahí a decir estas tonterías supremas hay un trecho. Lo peor del caso es la preocupante amnesia de los dirigentes populares a la hora de abordar la problemática migratoria que afecta, muy especialmente, a nuestras islas. El señor Rajoy, miembro de los gabinetes del ex Presidente Aznar, es el responsable, junto a los demás ministros de esos ocho años de gobierno, de la inexistente política española en el África subsahariana. Durante esas dos legislaturas el Estado español no adoptó una política exterior específica para África, todo lo contrario, el proyecto geoestratégico y diplomático de Aznar no pasaba ni por Europa ni por África, si no por Washington y los estados lacayos del imperio. Y si a este lamentable error unimos el hecho de que el actual problema migratorio es consecuencia de una rearticulación de los flujos migratorios con el cierre del Mediterráneo, entonces llegamos a la terrible conclusión de que ni el PSOE de Felipe González ni el PP de José María Aznar tuvieron la suficiente talla política como para prevenir estos acontecimientos. Achacar la llegada masiva de cayucos a nuestras islas a la regularización de 600.000 personas residentes de manera “ilegal” en España, es pura bazofia. El Partido Popular miente cuando decide ligar un fenómeno estructural y tan complejo como las migraciones africanas hacia Canarias con políticas del Partido Socialista; engaña cuando pretende hacernos creer que lograrán “ordenar” la caótica llegada de cayucos; y emplea la falacia como argumento principal para pretender hacernos creer que el “efecto llamada” se basa en la ya desgastada frase de “papeles para todos”. Señor Rajoy y compañía, el único “efecto llamada” la constituye la mayor de las barreras socioeconómicas del planeta, sí, la que separa Canarias y el estrecho de Gibraltar del continente africano. Y lo que es aún peor, pretender hacer creer a los ciudadanos que era mejor mantener a 600.000 seres humanos en situación de ilegalidad que otorgarles “los papeles”, los retrata a ustedes como una pandilla de desalmados y embusteros. Esas 600.000 personas regularizadas por el PSOE entraron de manera ilegal en España durante sus largos [e infernales] años de gobierno; esto nos lleva a la terrible conclusión de que, en el momento en el que ustedes gobernaban, en España no existía una entrada “ordenada y legal” de inmigrantes, todo lo contrario. Pretender, después de sus ocho años de gobierno, hacernos creer que al llegar de nuevo al poder lograrán acabar con el problema de la inmigración descontrolada es una broma de muy mal gusto. ¿Realmente creen que podrán “ordenar” la llegada de cayucos a las islas? ¿Me pueden explicar cual será el sistema elegido? ¿Repartirán números en las playas de Senegal y Mauritania, como se hace en el super, o prefieren recurrir al sistema de la cita previa telefónica?

Y mientras, los medios de comunicación españoles, como Antena 3, nos vuelven a deleitar con una extraña jerarquización de sus contenidos informativos. En las noticias de las 8 [9 en la Península], los señoritos de A3 prefirieron dedicar la portada a la llegada de una patera con más de 60 inmigrantes a Motril antes que hablar de los 500 africanos arribados a nuestras islas. Y yo me pregunto, ¿estos señores realmente creen que cuanto más cerca de Madrid esté el problema más trascendencia tiene el hecho? Yo entiendo que para los ombligos de la capital del reino estas ínsulas atlánticas queden un poco lejos, pero el tratamiento de las noticias ha de seguir una lógica que los españoles no suelen seguir. Porque como bien dice el refranero popular, si nieva en Madrid es que nieva, vamos, que hasta que en la capital del reino no caiga un copo de nieve, en España no ha nevado [por muy incomunicadas que se hallen Soria, León y Burgos]. Si el problema no les atañe directamente a ellos, a los habitantes de la capital, es que éste carece de importancia. Y una vez más así lo demuestran, tomándonos el pelo a todos los canarios. Bochornoso, sin lugar a dudas.
pd: los imbéciles de la foto en negativo son Mariano Rajoy y José Manuel Soria.

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Laicismo domingo, 13 de mayo de 2007 |



El proyecto político de la democracia radical lleva implícito una defensa a ultranza de un sistema laicista efectivo, la separación absoluta de las iglesias con respecto al Estado y la promulgación de los valores no-sectarios y no-religiosos que vertebran el discurso laico. La efectividad práctica del Estado laico radica en la naturaleza misma de los valores que lo constituyen: ninguna confesión o ideario religioso ha de ostentar un papel directivo en las cuestiones de la res pública, ya que ello socavaría una de las premisas fundacionales del liberalismo clásico, el derecho a la libertad religiosa y de conciencia. El primer ordenamiento constitucional en garantizar [al menos en el plano teórico] el laicismo en España fue el promulgado en 1931 por la II República, en cuyo artículo 3 recogía expresamente que el Estado español no [tenía] religión oficial. La Constitución republicana también garantizaba la libertad de conciencia y el derecho de practicar y profesar libremente cualquier religión [art. 27]. Los casi 40 años de interregno dictatorial supusieron un retorno al Estado confesional bajo la fórmula del nacionalcatolicismo, lo que a su vez implicó un retroceso gigantesco en la construcción del Estado laico. Aún hoy, y a pesar de que la Constitución de 1978 garantiza la laicidad del Estado y de sus instituciones, la libertad de culto y de conciencia, el ordenamiento constitucional de 1978 es mucho más conservador que el de 1931, al hacerle un explícito guiño a la Iglesia católica en detrimento de las demás confesiones [ver acuerdos con la Santa Sede de 1979]. Estas dinámicas históricas han marcado el devenir político, social y cultural del Estado español hasta el punto de que aún hoy hemos de asistir incrédulos a las interferencias constantes de los prelados católicos en la vida política de un país aconfesional y laico como el nuestro. Los obispos y sacerdotes españoles son incapaces de entender que el aborto, el divorcio, la articulación de las nuevas formas de familia y las relaciones afectivo-sexuales no normativas son competencia exclusiva del Estado y de los ciudadanos soberanos. Ni la Iglesia ni la Santa Sede tienen autoridad alguna para, a través de su falaz y distorsionador discurso, intentar imponer su caduco y repugnante modelo de sociedad.

Y si en España aún estamos intentando lidiar con esta jauría de pederastas, reprimidos sexuales y cavernícolas confesos, en Turquía, un país de mayoría musulmana, la amenaza de los islamistas moderados en el poder ha puesto en jaque la estructura constitucional laica adoptada en 1923 por el fundador del Estado-nación sucesor directo del Imperio Otomano. Atatürk refundó el extinto Imperio a través del discurso moderno-liberal europeo: proclamó una República parlamentaria regida por una Constitución que, entre otras cosas, garantizaba un ordenamiento estrictamente laico. En una fecha tan temprana como 1926, Turquía abolió la poligamia, instauró el divorcio y consagró una igualdad legal y efectiva entre mujeres y hombres. En 1934, el Estado reconoció el sufragio universal al concederle el voto a todas las mujeres, lo que también implicó una participación efectiva de éstas en las instituciones [la primera mujer miembro de un Tribunal Supremo en la historia fue una turca]. Este sorprendente contexto se halla continuamente protegido por las fuerzas armadas turcas, garantes del sistema constitucional y laico instaurado en 1923. Es por ello que, en este marco tan atípico, a muchos desde occidente nos cuesta entender porqué la mayor parte de los habitantes de la Unión Europea rechazan la entrada de Turquía en el club comunitario. ¿O es que la recién incorporada Polonia, bastión de la ortodoxia católica más antidemocrática, es el paradigma de la laicidad, la protección de los derechos humanos y del sistema democrático en sí? Un garantía de la necesidad de incorporar Turquía es su estricto ordenamiento laico, su trayectoria como nación democrática [a pesar de los golpes de Estado con el fin de mantener dicho ordenamiento] y la constatación histórica de que un acercamiento entre Europa y Turquía es más que necesaria para seguir desarrollando este proyecto de convivencia colectiva entre europeos, más allá de la etnia y las confesiones religiosas de sus habitantes.

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Volvemos a lo mismo sábado, 12 de mayo de 2007 |




En lo que llevamos de semana más de 400 seres humanos han arribado a nuestras costas escapando del drama colectivo del más devastado de los continentes del planeta, y en plena campaña electoral, los partidos contendientes parecen ni inmutarse ante un problema que trasciende las frías cifras y los cálculos estadísticos que parecen importar tanto a los “mass media”. Como si de un arma electoral se tratara, Coalición Canaria, el Partido Socialista y el Partido Popular se han lanzado acusaciones mutuas, promesas imposibles de cumplir y una larga letanía de falacias que en nada ayudan a solventar el mayor reto de nuestras islas: hacer frente a la presión migratoria. Mientras que la clase política canaria y española habían creído que el despliegue del FRONTEX bastaría para impedir la salida masiva de cayucos de las costas africanas, la realidad es bien distinta: ni la mayor de las barreras oceánicas impedirá a miles de seres humanos intentar escapar de la pobreza, el hambre y las guerras. El candidato por el PP a la presidencia del Gobcan pedía literalmente “sellar las islas si saliera elegido tras el 27-M”; pues bien, señor Soria, ¿me podría explicar usted cómo pretende hacer efectivo ese “sellado” insular? ¿Más patrulleras conjuntas de la Unión Europea? ¿Más radares? ¿Más aviones espiando las costas africanas? ¿Realmente cree usted que todas esas medidas garantizarán que los africanos se resignen a arriesgar sus vidas para llegar a las ínsulas afortunadas? Pues que quiere que le diga, es usted un demagogo, un imbécil y un inepto integral. A no ser que se le ocurra la brillante idea de tirar bombas sobre los cayucos en alta mar, devastar con bombas de racimo las playas infestadas de pateras y barcas listas para zarpar o lleve a cabo su imposible y soñado “Plan Marshall Africano”, me da que sus propuestas se quedarán en eso: en más mentiras y manipulación.

Pero el señor Soria no es el único demagogo que se ha apuntado al siempre válido carro de la inmigración irregular para desgastar al actual e iluso Gobierno de Rodríguez Zapatero. El candidato de Coalición Canaria, Paulino Rivero [sí, el de “somos la voz de Canarias en Madrid”] ha afirmado que “Canarias necesita un gobierno que le plante cara a Madrid en asuntos como la invasión de cayucos”. ¿Cómo pretende plantarle cara al gobierno central, a través de unas inexistentes competencias en materia migratoria? Y hablando de “invasiones”: ¿es usted consciente de la otra pero más silenciosa invasión que estas frágiles islas vienen sufriendo desde hace décadas? Sí, me refiero a la llegada de centenares de miles de europeos o sudamericanos, de los cuales extrañamente nadie habla jamás [pero suponen el grueso de los inmigrantes que llegan a las islas]. En cuanto al candidato por el Partido Socialista a la presidencia del Gobcan, Juan Fernando López Aguilar, éste reproduce íntegramente el patético discurso del Ejecutivo en el poder: mantener el despliegue del FRONTEX en las costas atlánticas africanas, reforzar esa gota de agua, el “Plan África”, en medio de un océano de pobreza extrema y hambruna, y mantener la cooperación económica, política y cultural a través de Casa África.

Ahora bien, en unas islas de tan sólo 7.000 km2, pobladas por más de 2 millones de seres humanos y más cercanas al África que pretendemos esquivar que aceptar, las soluciones a este drama colectivo no pasan ni por las soluciones armadas, ni las patrulleras, los radares o la expulsión de los recién llegados. La presión migratoria es un fenómeno de corte estructural y es consecuencia de una insostenible situación socioeconómica que empuja a millares de personas a arriesgar su bien más preciado, sus propias vidas, en busca de un futuro digno del que carecen en sus países de nacimiento. Es cierto que las islas son incapaces de seguir creciendo a este ritmo [más de 600.000 personas más en tan sólo cuatro años], pero ni las “leyes de residencia” [excluyentes, clasistas y contrarias al espíritu mismo de la Unión Europea] que algunos pretenden implantar, ni la demagogia tan típica de una clase política incapaz de entender las causas de la inmigración, solucionarán un problema que se nos presenta como el reto colectivo a superar por los canarios en los próximos años. Y lo que queda claro después de escuchar las propuestas, elucubraciones mentales y paranoias diversas de los tres candidatos a la presidencia de nuestro Gobierno insular, es que carecen de un ideario lógico [únicamente puede salvarse el candidato del PSOE, y no del todo] capaz de hacer frente al reto de la presión migratoria.

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Intereses |

La nueva historia ha puesto especial interés en la redefinición del concepto de “interés”, junto al ya debatido en anteriores “posts” de “identidad”. Así pues, el interés no se nos presenta como un producto de la situación socioeconómica del individuo, es decir, los intereses no emanan de la pertenencia de éstos a una determinada categoría social o económica. Los intereses son producto de una mediación discursiva a través de la cual éstos son articulados como tales. Ello implica que los individuos no siempre son conscientes del proceso de constitución y estructuración de sus propios intereses, ya que la construcción discursiva de los mismos se realiza a través del lenguaje, ergo, ni son anteriores al propio individuo ni se hallaban en un estado natural esperando a ser descubiertos. Así queda descartada la teoría de que los intereses tienen una naturaleza social, lo que a su vez supone descartar la tan extendida idea de que la simple pertenencia a una determinada estructura social o económica [o clase] determina los intereses del individuo. Los intereses se articulan, transforman y superponen discursivamente; el lenguaje, como vehículo enunciador de esos propios intereses, posee la doble cualidad de constituirlos y defenderlos. Llegados a este punto, propondré un ejemplo práctico esbozado por Miguel Ángel Cabrera en su “Historia, lenguaje y teoría de la sociedad”, para entender la naturaleza discursiva de los intereses. La aparición del discurso liberal-moderno y la toma en cuenta de ésta por parte de los campesinos franceses no fue el medio a través del cual éstos materializaron sus “intereses de clase” previamente existentes, sino que fue a través de ese discurso cómo los campesinos constituyeron esos intereses. Ello nos lleva a pensar que el campesino jamás podría estar interesado en derribar el orden socioeconómico imperante [en el caso de los campesinos franceses del s. XVIII, el feudalismo] sin antes haber realizado la necesaria operación discursiva que deslegitimase ese orden. La articulación de los intereses de los campesinos no podía realizarse a través de los elementos constitutivos del discurso feudal, sino a través del discurso contra-feudal o liberal [que a su vez emanaba del discurso hegemónico], y éstos, en ningún momento, tuvieron una existencia previa a los propios agentes históricos: no estaban latentes ni reprimidos [como afirmaban los materialistas históricos], ya que simple y llanamente, esos intereses no habían podido ser enunciados al carecerse del vehículo enunciador principal: un discurso que cuestionara el ordenamiento feudal imperante.

Lo mismo podríamos decir del feminismo [la posición política de las mujeres], que no debemos confundir con el hecho social de ser mujer. Mientras que las corrientes tradicionales han presentado la historia de las mujeres a través del discurso de la represión heterosexista masculina, los nuevos historiadores rearticulan estas ideas para evidenciar la falacia intrínseca al modelo propuesto por los historiadores sociales o socioculturales: creer que las mujeres, durante milenios, fueron incapaces de reconocer sus intereses como tales, y creer que súbitamente hacia finales del s. XVIII comenzaron a hacerlo carece de toda lógica. La emancipación femenina y la inserción de éstas a gran escala en el mercado laboral, a partir de la década de 1960, no puede ser explicada en términos socioculturales [la incorporación masiva al mercado de trabajo explica el surgimiento del feminismo] sino todo lo contrario: la aplicación de las categorías básicas del discurso moderno-liberal, con la consiguiente reivindicación de derechos, son las bases para la aparición del feminismo. Es así como nos damos cuenta que únicamente a través del discurso y la aplicación de sus categorías, ideas y lógicas, se constituyen los intereses y las identidades de los seres humanos, y es en este punto, donde evidenciamos la intrínseca naturaleza discursiva de cualquier construcción humana.

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Pantomima jueves, 10 de mayo de 2007 |

La pantomima que hoy empieza, con la siempre antiestética pegada de carteles, promete una campaña no exenta de todo tipo de polémicas. Y es que la cosa no podría haber comenzado peor: el sistema que se nos presenta y dice democrático, ha decidido avalar la ilegalización de todo un conjunto de ideas a través de una normativa tan anticonstitucional como la Ley de Partidos. Es a través de esa ley, promulgada por el Partido Popular con el apoyo del Partido Socialista Español, cómo el Estado se arroga el derecho de ilegalizar partidos, ideas y coaliciones electorales, bajo el paraguas de la lucha contra el terrorismo [se sobreentiende que etarra]. La esperpéntica visión que estos energúmenos de la política nacional tienen de la democracia no sólo me avergüenza, sino que avala mi tesis de que los grandes partidos, a través de un sistema partitocrático en el que la ciudadanía es obligada a ceder su soberanía a unos supuestos representantes, corrompen todo el entramado institucional de esta imperfecta democracia. Ellos [los partidos] son el auténtico cáncer del sistema; ellos representan los valores contrarios a los de la democracia: su funcionamiento interno se rige por decisiones y actuaciones autoritarias, y lo que es peor, no creen en el discurso que dicen defender. Si aplicáramos una terminología discursiva a lo comentado, llegaríamos a la conclusión de que los partidos políticos emplean una tramposa estrategia discursiva consistente en invocar los valores supremos de la democracia y apelar a la soberanía de los ciudadanos [que reside únicamente en ésta], para posteriormente instaurar un sistema de dictadura de partidos de facto, y subordinar los intereses de la ciudadanía en su conjunto a los suyos particulares. Recurren al discurso de la democracia para corromperlo desde su base; rearticulan el sagrado concepto de soberanía [no creo correcto decir que sea “nacional”, sino “ciudadana o popular”, ya que el empleo del término de “nación” implica legitimar el falaz discurso de los Estado-Nación] para desposeernos del mismo y apropiárselo.

La ilegalización de 133 candidaturas de Acción Nacionalista Vasca [ANV], un partido cuyos orígenes se remontan al quinquenio republicano, y en cuyos estatutos hay alusiones explícitas en los que se condena todo tipo de violencia y orden antidemocrático, ha supuesto la confirmación de que el sistema político-judicial no sólo corrompe las elementales normas del régimen constitucional, sino que explicita el secuestro de la democracia por parte de los partidos y los jueces al servicio de éstos. El Constitucional argumenta que las listas impugnadas por la fiscalía y posteriormente anuladas, eran una continuación del ilegalizado entramado político de HB-EH-Batasuna. Pero lo surrealista del caso es que ANV, en la órbita de la llamada izquierda abertzale, siempre ha condenado la violencia etarra, constituyó un partido autónomo dentro de la coalición Batasuna y se escindió de ésta tras su ilegalización. Garzón ya admitió que ninguno de los dirigentes de ANV ha sido incriminado por pertenencia a banda armada [al contrario que con los líderes de Batasuna]; ni son miembros de Batasuna ni mantienen vínculos orgánicos con ésta. Es decir, los dirigentes de ANV ni son ni han sido jamás etarras. ¿Cómo explicar entonces los intentos de la derecha española de ilegalizar un partido mucho más antiguo que el suyo [ANV es de época republicana, mientras que el PP es un subproducto de finales de la transición]? Pues la estrategia es bien simple [y simplista]: asociar el terrorismo con unos planteamientos políticos concretos, es decir, institucionalizar el binomio izquierda abertzale = terrorismo, y viceversa. La falacia parece funcionarles bastante bien al PP y al PSOE, ya que con la ley en la mano, la ilegalización de ideas no sólo es posible, sino real. Y ello nos lleva al callejón sin salida de un sistema viciado desde sus bases y en sus formas; un sistema a merced de los partidos y los jueces; un sistema que se dice democrático pero ilegaliza espacios, ideas, partidos y discursos con el fin último de perpetuar un sistema representativo nada democrático y silenciar el hecho de que la democracia se articula en torno a la soberanía popular, y que ésta reside en los ciudadanos, únicos soberanos del sistema, y no en los partidos.

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Identificándonos martes, 8 de mayo de 2007 |

La historia positivista, la tradicional, siempre concibió a los sujetos como entidades autónomas, naturales y estables; agentes constituidos a través de la racionalidad y plenamente conscientes de sus actos. A través del paradigma de la historia social, los historiadores rearticularon la identidad presentándola como una construcción social sujeta a las dinámicas inestables de la propia evolución humana. Ahora bien, la historia discursiva, partiendo de estas bases, ha reconfigurado las nociones en torno a la manera en la que se constituyen las identidades, los caracteres fundamentales de ésta y los mecanismos que permiten el “cambio identitario”. Las identidades no son ni naturales, ni estables ni producto del contexto social en el que se insertan. Las identidades son producto de la articulación discursiva del sujeto, a través de la cual, éstos se construyen como agentes [sociales]. Ni su contexto social ni cultural establece la manera en la que los sujetos se entienden y perciben a sí mismos, el proceso es diferente: los criterios mediante los cuales nos constituimos como individuos se hallan mediatizados discursivamente. Miguel Ángel Cabrera Acosta, en su obra “Historia, lenguaje y teoría de la sociedad”, afirma magistralmente que las personas no se definen, se sienten y actúan, en tanto que sujetos, de una u otra manera, por el simple hecho de poseer ciertos rasgos […], sino en la manera en la que esos rasgos hayan adquirido […] la condición de rasgos definidores de la personalidad. Es decir, que cuando hablamos de nosotros mismos y nos presentamos ante nuestros congéneres, lo que estamos haciendo no es una simple presentación de nuestros rasgos sociales básicos; implica también el asumir personalmente el significado de esas identidades con las que nos asociamos, lo que a su vez implica reconocernos en el discurso que manejamos, en el discurso que nos mediatiza.

Así, al hablar de nuestra identidad sexual, por ejemplo, hemos de tener en cuenta que es a través de la aparición de la categoría discursiva de “sexualidad”, con la consiguiente articulación de las actividades y prácticas sexuales como criterios definidores de los individuos, cómo los individuos nos sexualizamos discursivamente hablando; es así como nacen los conceptos de “identidad sexual”, o cómo el hecho biológico del sexo se transforma en su objeto cultural [género]. Es decir, si seguimos este esquema teórico, llegamos a la conclusión de que la aparición de las actuales nociones de “gay, lesbiana, intersexual o transexual” no son el resultado de un proceso natural que debía hacer visibles unas identidades reprimidas y ocultadas por el discurso heterosexista dominante. Lo que los nuevos historiadores proponen es que lo que posibilitó a los homosexuales convertirse en tales fue un proceso de mediación discursiva, que mediante la aplicación de categorías [por ejemplo, el sexo-género como elemento definitorio de la personalidad] los convirtió en sujetos sexuados no-normativos. Joan Scott ejemplifica magistralmente esta idea al argumentar que la identidad no es algo que siempre estuvo ahí esperando a ser expresada, es decir, las identidades son el producto de una rearticulación discursiva que, dadas las condiciones óptimas y necesarias, puede o no desarrollarse. Y es así como llegamos a la conclusión de que las identidades no son estables, ni se le puede llegar a otorgar valores normativos y jerárquicos, al ser productos histórico-discursivos, es decir, son construidos discursivamente a través del lenguaje. Los agentes históricos implicados en dicha construcción, y a través del discurso, son los que, con el tiempo, confieren a la identidad un carácter esencialista y natural, pero esta operación normativa tiene como único fin hacer del constructo cultural una esencia interior anterior al propio individuo, anterior a la propia mediación discursiva.

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Radicalizando la democracia lunes, 7 de mayo de 2007 |

En un mundo en constante cambio y rearticulación [discursiva], en el que las identidades y los discursos no se valoran como esencias naturales, sino como constructos culturales sujetos a los vaivenes de la propia historia, nuestra propia concepción de lo que ha de ser la democracia y el orden general [económico y social] en el cual desarrollemos nuestras vidas también parece haber sufrido sustanciales cambios en esta última década. De la oposición interclasista característica de una buena parte del siglo XX, y de la dualidad de sistemas operante durante la guerra fría, hemos pasado al contexto de la multipolaridad, la diversidad y los problemas asociados a esta nueva etapa. La caída del imperio rojo y la constatación definitiva que el neoliberalismo no es la solución a los problemas estructurales de la humanidad, evidencian la inviabilidad práctica de la confrontación entre sistemas: el debate ya no se centra en si ha de optarse por el socialismo o el capitalismo; el debate se centra en el reforzamiento de la democracia en el marco legado por el s. XX, se sobreentiende que en liberal. El principal reto de la humanidad es el de desarrollar los marcos de la democracia mas allá de los resortes limitados de la mera representatividad. Y es en este punto donde los demócratas radicales, aquellos que se adhieren al ideario liberal clásico pero radicalizado, parecen presentar un proyecto viable de futuro. Tomando como base un escenario económico caracterizado por la libertad económica en el sentido liberal del término; por una pléyade de pequeñas y medianas empresas competitivas generadoras de la riqueza, en el que el Estado tendría un papel limitado a salvaguardar la libre competencia y evitar la creación de monopolios de cualquier tipo, los demócratas radicales hacen hincapié en la necesidad de radicalizar los derechos individuales del liberalismo clásico. Aquí convergen multitud de movimientos cuyas aspiraciones discursivas y político-identitarias redundan en la necesaria idea de llevar hacia los límites de la radicalidad la base misma del pensamiento liberal. Y “lo radical” implica ir a la base misma de los problemas que ahora acechan a nuestras sociedades: implica ser participes de la crítica del sistema neoliberal, en donde aquellos que se dicen y sienten liberales, sólo pretenden privatizar “lo público” para el disfrute de los pocos capaces de rentabilizar dicha operación; implica criticar el mercantilismo que subyace al orden neoliberal, su demagogia y sus oscuros intereses.

Y si el ordenamiento económico es uno de los pilares del proyecto democrático-radical, la política identitaria es también central. La desnaturalización de las identidades [siguiendo un modelo teórico queer] es necesaria como paso previo para la inclusión de los excluidos en el nuevo sistema. La democracia radical integradora implica, en cierto sentido, un sistema dictatorial. Pero a diferencia de las dictaduras clásicas, la democracia es la dictadura de las mayorías, y como tal, sugiere consenso; la democracia radical se presenta así como un proyecto universalista y liberal, pero también lo es postmoderno, antiesencialista, abierto, contradictorio e irrealizable, en cierto modo, ya que tal y como plantea Judith Butler, la creación de un sistema absolutamente integrador e inclusivo es prácticamente imposible de materializarse; la segregación y la exclusión son comunes a todos los proyectos político-sociales, por muy abiertos y laxos que se nos presenten.

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Universalidad domingo, 6 de mayo de 2007 |

Considerar una idea o un discurso como “universales” implica varias cosas; en primer lugar supone la creación de un consenso social en torno a lo que ha de ser categorizado como tal; implica otorgar al discurso una hegemonía moral sobre cualquier otra idea, contrapuesta o no al discurso que se pretende universalizar; implica una articulación discursiva consensuada, pero jamás unánime. La postmodernidad ha puesto en tela de juicio el alcance moral o la justificación práctica de los discursos universales, hasta el punto de llegar a los extremos del relativismo cultural. Y si bien es cierto que la cultura actúa como un constructo restrictivo que estructura y limita los discursos existentes, no implica una imposibilidad manifiesta o de base [al menos en el plano teórico] para llevar un discurso más allá de los límites de lo consensuado. Los discursos modernos en torno a los derechos humanos ejemplifican, de sobra, que los aspectos culturales, como subproductos del marco discursivo operante, se hallan en clara subordinación respecto a ésta. La clave, para hacer desarrollar los derechos humanos; los derechos de los animales; los derechos de las minorías; las formas de expresión, sexualidad o vida no-normativas, se hallan en lo que, algunos expertos, denominan el “cambio discursivo”: la sustitución de los valores básicos [y culturales] que determinan el discurso por otros que, al menos, amplíen significativamente las restricciones impuestas. Esto puede observarse con claridad a la hora de abordar los derechos de los gays, lesbianas, intersex, trans o bisex, donde “lo universal” se halla en clara disputa. Por un lado, tenemos a los gobiernos de algunas naciones occidentales, Holanda, España, Bélgica y Canadá, que están liderando un proceso de “cambio discursivo” en el que se pretende hacer universal el hecho de que los “supuestos derechos” de los homosexuales deberían ser rearticulados en torno al valor de “lo universal”. Y por el otro lado, a aquellas naciones y grupos que se niegan a incluirlos en la categoría de “lo humano”, y por lo tanto, se oponen a que los derechos de los primeros tengan valor universal [por no decir ya humano].

Butler afirma que el discurso, por el cual los oponentes a los “derechos gays” articulan su retórica, lleva implícita una lógica discursiva objetiva, en tanto en cuanto, admitir que, por ejemplo, un homosexual pueda tener cabida en el reino de lo universal, puede que deshaga lo humano, al menos en su forma actual. Implica una destrucción absoluta de lo considerado, hasta ese momento, como objetivamente humano. La oposición a la universalización se basa, pues, en un miedo explícito a la integración de lo considerado como abyecto, depravado e inmoral en el orden social y discursivo operante. Es así como Butler llega a afirmar que los procesos de universalización funcionan como activos soportes de los otros procesos de “cambio discursivo”, al ser los principales agentes del derribo de los marcos hegemónicos; desarticuladores de los consensos sociodiscursivos imperantes y refundadores de nuevos marcos consensuados. Y es aquí donde los teóricos postmodernos otorgan un valor claramente relativo a “lo universal”, al presentárnoslo como un marco abierto, no-restrictivo y en constante proceso de adaptación y rearticulación metanarrativa [discursiva]. Cuando invocamos la universalidad para el excluido [ya sea por motivos de raza, credo, orientación sexual…], lo que estamos haciendo es pronunciar un contra-discurso a través del discurso que en esos momento se halla vigente; supone hacer explícito el carácter no-definitivo de “lo universal” y la necesidad de ampliar los márgenes del mismo más allá de los límites contingentes establecidos por el consenso limitador, restrictivo y despótico de unos [los que ostentan el poder de facto] sobre los otros [los excluidos del sistema sociodiscursivo].

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Confesiones [corpóreas] sábado, 5 de mayo de 2007 |



Focoult sostenía que el poder político-social se organizaba siguiendo una estructura cristianizante, es decir, trasladando las instituciones del cristianismo occidental al plano político moderno-liberal. Y en esta organización sociopolítica, el sistema instaura un mecanismo de control y/o subordinación basado en el sacramento de la confesión, cuyo principal cometido es el control y la represión de los discursos. Si bien es cierto que la hipótesis represiva inicial se transforma en su obra con el paso del tiempo, pasando a creer que la confesión, en sí, ayuda a los sujetos a constituir su propio “yo” con la asistencia del “otro” o confesor, ésta se combina con una teoría de la “verbalizacion permanente” a través de la cual los sujetos se construyen e imaginan.

Butler, en su obra Deshacer el género, ejemplifica la confesión a través del dialogo entre un paciente y su psicoanalista, a la par que desarrolla una “hipótesis de la confesión” sumamente interesante. En ella afirma que el hacer una confesión implica, de base, poseer un discurso, unas palabras interiorizadas por el sujeto durante un período de tiempo. Y es aquí donde Butler, y lógicamente los defensores del giro-lingüístico, otorgan un papel central al lenguaje; ésta lo presenta como un acto corpóreo, ya que al hablar estamos realizando una especie de presentación de nuestros propio cuerpos. Pero esos mismos cuerpos que nos permiten hablar, no nos dejan hacerlo de cualquier manera: el cuerpo limita el habla y lo estructura, y poco importa que esa comunicación sea hablada, gestual o simbólica, porque en todos los casos, el uso del cuerpo es imprescindible. En el caso de la confesión sexual, el que habla hace alusión a un acto realizado por su propio cuerpo, es decir, el cuerpo que habla es el mismo que realizó la acción que se confiesa. Y si bien es cierto que el lenguaje es el medio fundamental a través del cual contamos el acto corporal, éste se halla a merced de los resortes corpóreos fundamentales en este caso: la laringe y la boca, protagonistas, a su vez, del intercambio corporal que se confiesa. Es así como Butler sostiene que la verbalización fruto de la confesión se convierte en la propia escena principal de lo relatado. Llegados a este punto, Butler se hace dos preguntas interesantes que dejo abiertas: ¿cuál es el contenido principal de una confesión? ¿Es un hecho, un vía para expresar el deseo, una ansiedad o una culpabilidad sobre la cual la confesión actúa como bálsamo?

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Deshecho |

Si el deseo es un impulso o sentimiento sustancial a la hora de abordar las complejas dinámicas conductuales de los seres humanos, los cambios radicales en la relación con aquellas personas que amamos son trances relativamente comunes que implican, no obstante, transformaciones a escala individual de carácter decisivo. Dudo que el “luto” por la pérdida física o emocional de un ser querido se complete del todo en algún momento de nuestras vidas: el “luto” implica una aceptación de una transformación radical de la que somos conscientes en el mismo momento en el que el ser querido dejar de estar presente de alguna manera en nuestras vidas. Los trances relacionados con las pérdidas físicas o emocionales implican procesos generales en los que el dolor y el pesar toman las riendas de nuestros estados anímicos durante un tiempo concreto: algunos especialistas aseguran que los “ciclos del luto” se completan tras, aproximadamente, dos años de la pérdida de la persona amada [claro está, hablando genéricamente]. La principal característica del ciclo del luto es el proceso de rearticulación de nuestra relación no sólo con los demás, sino con nosotros mismos: con la pérdida del ser amado, nuestro “yo” ha de enfrentarse al reto de aceptar una pérdida de nosotros mismos [nuestra relación con el “ido”]. Y en ese nuevo mundo desmoronado, la tarea de reconstruir nuestras vidas se convierte, por defecto, en el principal reto a seguir, y en el más complejo de todos.

El ciclo del duelo nos muestra que en muchas ocasiones, los seres humanos somos incapaces de explicar la manera en la que las relaciones con nuestros semejantes nos estructuran y nos sujetan. El duelo nos advierte de la fragilidad de nuestra supuesta independencia, autonomía o autocontrol, lo que a su vez implica una doble desarticulación identitaria: la desestructuración del “yo” preconcebido, del “yo” forjado con el “ido”, y una toma de conciencia de nuestras debilidades estructurales, de la necesidad de sentirnos amados y de amar. Y a pesar de que, durante todo este “post” podamos estar haciendo referencia al amor en pareja, el relato es extrapolable a cualquier tipo de relación en la que se den las premisas del amor incondicional al otro, ya sea entre un humano o un animal, un pariente o un amigo. Judith Butler habla de un proceso de deshacernos mutuamente, al argumentar que en los tránsitos asociados a la muerte física de un ser querido o a una pérdida de pareja en el sentido emocional, los sujetos no permanecen intactos ante lo que les sucede, no actúan como seres pasivos e imperturbables, todo lo contrario: a pesar de intentar detener el proceso de descomposición interna que sufrimos, nos convertimos en una suerte de deshecho frente al otro. Bulter ejemplifica este proceso en los recuerdos sensoriales del individuo que sufre la pérdida: los recuerdos en torno a los olores, el contacto o las imágenes del otro, símbolos vivos de la propia pérdida, que en el caso de la muerte de un ser querido implican un proceso irreversible de una dureza extraordinaria. Para esta teórica, el principal problema en una ruptura o pérdida es el afrontar el inexorable sentimiento de desposesión intrínseco al proceso general; una ruptura que implica un cambio identitario profundo del que casi nunca estamos lo suficientemente preparados para hacer frente. Una desposesión que implica una extracción de una parte de nosotros mismos, y un terrible sentimiento de pérdida que ha de ser superado de una u otra manera. Y no, el tiempo no siempre es la solución al dolor, digan lo que digan.

pd. Dedicado a mi padre y a Nira, porque, a pesar de todo, del tiempo y otras mil cosas, muchas veces me siento como el título del post, desecho.

El deseo viernes, 4 de mayo de 2007 |



El tener un género determinado no implica, directamente, el desear de una manera establecida o normativa, pero ello no supone que el deseo no determine de una manera estructural a ese mismo género. Algunos teóricos queer, con Judith Butler a la cabeza, argumentan que la complejidad de la cuestión ha de valorarse entendiendo las dinámicas del propio deseo. Y es en este punto donde nos damos cuenta que el deseo, como expresión humana, se halla determinado por construcciones discursivas originadas más allá de la mera individualidad que parece caracterizar un sentimiento tan íntimo. Es así, como llegamos a la conclusión de que el deseo se halla regulado por el discurso hegemónico; y si tenemos en cuenta que el deseo implica siempre la búsqueda del reconocimiento [en otra/s persona/s], o que el deseo tiene como principal finalidad la constitución del sujeto como un ser social aceptado, entonces el estudio de las dinámicas del deseo son fundamentales a la hora de abordar temáticas de género e identidad.

Los elementos que permiten a los sujetos ser articulados como seres humanos son determinados socialmente, a través del consenso obligatorio impuesto por el sistema discursivo operante. Pero esos elementos no son validos para todos; el sistema discursivo puede considerar que las cualidades “humanas” no siempre son aplicables de modo universal, ya que al humano se le considera de una manera diferenciada dependiendo de su origen étnico-social; su aspecto físico, orientación sexual… Es en este punto donde los teóricos queer critican la manera en la que se hace ese reconocimiento: el proceso implica no sólo una diferenciación subjetiva e injusta entre seres humanos, sino que supone otorgarle al hecho en sí del reconocimiento, un poder central a la hora de configurar a los seres humanos.

Es a través de la aceptación o represión del deseo, como los marcos discursivos han alejado hacia los márgenes del lo abyecto, a las sexualidades no-normativas; a las formas de pensar no-hegemónicas; a los estilos de vida no-comunes… El resultado de este proceso de dominación/sumisión es que el “yo” de cada uno se halla subordinado a las normas operantes, lo que no implica la inexistencia de relaciones críticas entre ese “yo” y el discurso represor. Es así como seremos capaces de rearticular discursivamente nuestro deseo; de buscar el reconocimiento del mismo en términos más individuales y no genéricos [no podemos “gustar” a todo el mundo]; de entender que el no-reconocimiento general implica luchar contra el discurso causante de esa situación negativa; y de entender que el deseo, como expresión fundacional de la motivación humana básica, no sólo es necesario sino imprescindible para seguir viviendo, para seguir sintiéndonos humanos.

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Geografía electoral |


A través de este mapa, un tanto cutre [es de elaboración propia, así que no pidamos milagros], observamos la distribución ideológica del voto en la isla de Tenerife. En comparación con el de otras islas, el predominio de Coalición Canaria parece evidente en algunas zonas concretas, como el área metropolitana [a excepción de El Rosario, de mayoría socialista], el Valle de La Orotava y una parte de la isla baja; Arico-Fasnia; y Garachico-El Tanque. Por el contrario, las zonas de hegemonía socialista se ubican en el sur de la isla: Guía de Isora-Adeje-Vilaflor-Granadilla; la importante aglomeración urbana de El Rosario-Candelaria; la bolsa roja del norte, La Matanza-La Victoria; y en una gran parte de la isla baja: Buenavista-Los Silos-Icod. Quedan al margen de las dinámicas entre los dos grandes partidos del ámbito insular, los independientes de Santa Úrsula y los peperos de Arafo.
La principal pugna se fragua, desde hace ya una década, entre los pseudonacionalistas de Coalición Canaria y el Partido Socialista; quedan fuera de la contienda otros partidos de ámbito nacional como el Partido Popular o Izquierda Unida, que salvo contadas excepciones, no participan en la pugna [y si lo hacen, es para apoyar a uno de los bandos políticos en contienda]. La hegemonía de CC puede peligrar en algunas zonas, tradicionalmente rojas, como el Puerto de la Cruz o Los Realejos, donde la gestión de los equipos de gobierno de CC ha sido desastrosa. La fragil hegemonía de los regionalistas podría peligrar en La Laguna, ya que tan sólo 2090 votos separaron a éstos de los socialistas canarios en las anteriores municipales de 2003. Un caso excepcional lo constituye la capital, que a pesar de los escándalos de corrupción y la nefasta gestión del presente equipo de CC, con casi total seguridad el presunto corrupto Miguel Zerolo volverá a revalidar su actual mayoría absoluta. Lo mismo ocurre en La Orotava, cuyo alcalde también está siendo investigando por cohecho y presunta venta ilegal de terrenos públicos, pero lleva al frente del consistorio desde la reinstauración de la democracia. Es por ello que, a no ser que la ciudadanía de la isla se rebele contra los parásitos e ineptos que parecen dominar nuestra geografía política, salvo cambios insustanciales, los colores del mapa se mantendrán y con ellos la corrupción, el clientelismo, la manipulación y la incompetencia de los de siempre: los rateros, carroñeros y demagogos de Coalición Canaria.
pd: amarillo = CC; rojo= PSC; azul= PP; verde=AISU

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Yogyakarta jueves, 3 de mayo de 2007 |

La noticia ha pasado desapercibida entre los medios de comunicación españoles, absortos y enquistados en los infantiles pleitos políticos, la crispación y las genealogías borbónicas, pero hacia finales del mes pasado, un panel de expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas, reunidos en la ciudad indonesia de Yogyakarta, promulgaba una declaración de principios para combatir la homofobia y todos aquellos atentados contra la libertad sexual de los seres humanos. La violación de los derechos humanos por motivos de orientación sexual e identidad de género son muy comunes en la mayor parte del globo; y en las naciones con una legislación antihomofóbica explícita [como los países adheridos a la Unión Europea], la homofobia social, es decir, el rechazo, la ridiculización y el hostigamiento hacia las manifestaciones públicas de afecto homosexual o hacia la propia orientación sexual del individuo, sigue constituyendo una conducta ampliamente asentada en determinados estratos de la sociedad occidental. Es por ello que, la principal queja de los sectores más críticos con la actual política sexual del Ejecutivo socialista, es la inexistencia de una Ley Integral contra la homofobia. Tanto en Cataluña como en Galicia, los ejecutivos autonómicos están preparando sendas leyes para castigar las conductas que atenten contra la libertad sexual y de género de las personas; con toda probabilidad, la ley que salga de la actual coalición rojiverde catalana implicará un paso más hacia la igualdad de facto, es decir, la igualdad social que en la actualidad carcen los homosexuales.
Los Principios de Yogyakarta constituyen un mecanismo desarrollado por las Naciones Unidas para implementar y desarrollar, de manera fáctica, los aspectos legales relativos a la protección de los derechos de los homosexuales, transexuales, intersexuales y bisexuales. El articulado recoge todos los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero desarrollados en función de los grupos anteriormente expuestos; también se introducen recomendaciones a seguir por los Estados, como la adaptación de los marcos legales a las exigencias de los Principios. Si bien los Principios tienen la noble intención de agilizar una inexistente tolerancia hacia las sexualidades no-normativas en los países menos desarrollados del globo, y de reforzar los mecanismos de protección legal en aquellos países en los que la homofobia esté castigada penalmente, la repercusión real de los mismos parece ser limitado, entre otros factores, por la escasa repercusión mediática de éstos. Los Principios son la base de un necesario proyecto legal que, de una vez por todas, abarque la homofobia y la transfobia, como conductas delictivas que atentan contra uno de los derechos básicos de cualquier ser humano, el derecho a la libertad sexual.

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Heterodoxias electorales |



Hay que admitir que la campaña electoral previa a las elecciones, y el propio acto de depositar el voto en la urna, constituyen una performance un tanto teatral; las campañas electorales son tediosas, uniformes y suponen un derroche innecesario de caudales públicos. Las maquinarias electorales de los grandes se engrasan con altas dosis de cinismo, hipocresía, y una legión de diseñadores y asesores de imagen que tratan de publicitar, de la mejor manera posible, al aspirante al puesto público. Ahora bien, no todos los candidatos a unas elecciones parecen regirse por los mismos estándares electorales e inmovilistas a los que nos tienen acostumbrados nuestra siempre competente clase política. Hay partidos que, con sus siglas, su estética o sus candidatos, rompen con el consenso estético-político instaurado por el sistema como la única forma válida de hacer campaña. En España hay una legión de partidos que, parodiando las normas implícitas del sistema electoral y político vigente, hacen de la política un espacio alternativo marcado por una crítica que roza, en muchos casos, el absurdo. El mayor ejemplo de esperpento electoral y de contracultura política lo puede encarnar el Partido del Cannabis, que con sus más de 50.000 votos ejemplifica a la perfección esta suerte de partidos bisagra en el sentido apolítico del término. Ejemplifica el modo en el que las distintas reivindicaciones pretenden acceder al marco político: partidos que aglutinan a un escaso número de personas, que no cuentan con medios propagandísticos y que utilizan una reivindicación mayoritaria o la propia parodia como medios efectivos para atraerse el voto de los descontentos o los antisistema tradicionales.

En Estados Unidos, el autor del mítico Miedo y asco en Las Vegas, Hunter S. Thompson, creador del periodismo gonzo [en el que se mezclan elementos subjetivos con datos objetivos, y en los que a menudo, el autor aparece como parte integrante de la crónica periodística] es considerado el pionero de las campañas electorales heterodoxas y/o absurdas. En 1969 montó su propio partido para hacerse con el poder en las municipales del pueblo de Aspen, en Colorado, convertido en un centro de esnobs, multimillonarios y gentes de bien, congregados para disfrutar de las pistas de esquí y los hoteles de lujo instalados en la zona. El partido se llamaba Poder Freak [Freak Power], y su objetivo básico era el de joder a los cerdos y arrastrarlos por el barro [los cerdos eran los especuladores inmobiliarios que habían convertido un tranquilo pueblo de las Rocosas en un centro de esquí de lujo]. El programa electoral de Hunter Thompson se basaba en la despenalización de todas las drogas [no así del narcotráfico, a la par que prometía no hacer uso de la mescalina durante sus horas de trabajo]; introdujo un novedoso aspecto ecológico que, entonces, carecían los grandes partidos norteamericanos, al pretender derribar los edificios que obstaculizaran las vistas hacia las montañas; prometía el derribo de aparcamientos y calles para crear más zonas verdes; pretendió también renombrar Aspen como Fat City [Ciudad Gorda], para así ahuyentar a los especuladores inmobiliarios y a esa gente de bien que tanto irritaban a Thompson.

Lo curioso del caso del partido del Poder Freak es que estuvo a sólo seis votos de hacerse con el poder de Aspen; la coalición entre los partidos tradicionales, entre demócratas y republicanos, logró hacer inviable la toma del poder municipal por esta suerte de contracultura política y movilización absurda del underground norteamericano. Este ejemplo nos recuerda cómo cuando los órganos que controlan todo el proceso, es decir los partidos políticos tradicionales, ven amenazada la estabilidad del sistema que han creado a la medida de sus intereses particulares, las supuestas e insalvables diferencias ideológicas quedan diluidas en un mar de convergencias políticas y económicas de dudosa moralidad. Es así como el asenso y la caída de Poder Freak puede ejemplificar hasta qué punto, las propuestas políticas de los submundos del underground cultural o social, pueden implicar un riesgo estructural para el propio sistema. La heterodoxia, ya sea moral, religiosa o cultural, implica confrontación con el discurso hegemónico operante; pero también implica una alternativa ¿factible? a los desmanes de los gestores tradicionales de lo público. Y es esa mezcla de parodia cómica, programas electorales que rozan el absurdo y propuestas un tanto delirantes, es la que concede a la contracultura política la nada desdeñable labor de introducir un poco de aire fresco al, a veces exasperante, mundillo de la política institucional.

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Performance liberal martes, 1 de mayo de 2007 |

Bajo el concepto de "representatividad limitada", los ciudadanos de una democracia occidental de corte liberal, a través del sufragio universal activo, delegan en sus representantes ante las instituciones la tarea de gestionar la res pública. Esta articulación limitada del sistema político liberal implica un funcionamiento formal de las instituciones democráticas basadas en performances de tintes teatrales, rearticulados como democráticos a través de una retórica y un discurso determinado por los órganos políticos que controlan el proceso general: los partidos. La gran performance de la democracia liberal son las elecciones, instituidas como el único momento en el que los ciudadanos ejercen directamente los derechos básicos adscritos al concepto de soberanía, en el sentido democrático del término. Siguiendo las lógicas de Rosseau, las elecciones institucionalizan una determinada manera de entender la democracia; un discurso antidemocrático de base que implica convertir a los electores en soberanos por un día, y en subordinados políticos el resto del tiempo. En la democracia liberal, los electores son reducidos a meros sujetos manipulables por los maquinarias electorales y propagandísticas de los partidos, alimentados, a su vez, con los fondos públicos, ergo, con el dinero de los electores. Ello implica una prostitución absoluta del concepto de sufragio, representatividad y de las propias dinámicas de la democracia. Supone una marginación estructural de la soberanía de los ciudadanos, al negárseles a éstos a ser partícipes de las grandes decisiones, reduciendo notablemente el margen democrático del voto a un mero performance cuyo fin último es la elección de un teórico representante, que a través de un programa electoral, marca las directices básicas de su actuación. Esto, lógicamente, es mera teoría, ya que en la práctica, el propio representante sucumbe a la maquinaria del partido al que está adscrito, que a su vez lo reduce a un simple peón del gran juego de la oposición entre partidos. El teórico representante del ciudadano es rearticulado en función de los intereses del partido; se instrumentaliza el escaño en función de los dictámenes de los órganos centrales del partido; el voto del elector es transformado simbólicamente en la base de la dictadura de los partidos de la democracia: la partitocracia.
La preeminencia de los partidos sobre la propia opinión de los electores es el principal símbolo de esta tergiversación a gran escala del sentido de la democracia en sí. Los demócratas radicales, críticos con las estructuras de la dictadura de los partidos, plantean una reforma estructural que implica no sólo la ampliación de la participación de los electores más allá de los limitados marcos del voto ocasional, sino la conversión de la democracia representativa en una democracia directa; en una democracia radical.

izquierda unida