Desde Monte Albán, Oaxaca parecía tranquila. Espejismos desde un mundo detenido, los restos pétreos de un pasado imponente, la irrealidad de lo que fue, lo real del presente. Abajo, en la ciudad insurrecta pocos éramos los foráneos de visita. Respirar la tensa calma de una ciudad fantasma, el preludio de la barbarie. La emoción de vivir algo excepcional. Oaxaca en llamas, rodeada de muerte, de desolación. El inicio del fin de un conflicto sangrante, el inicio de este lugar virtual. Paradojas de la locura humana. Un blog convertido en retrato de mis obsesiones, de mis absurdos, de mis pasiones. Y el Tíbet, país tatuado, deseado, llorado. Obsesión de obsesiones, motor de esta virtualidad, de este desagüe de sentimientos, de valores, de mundos imaginados, de cosas que contar. El silencio del techo del mundo, la barbarie del paso de la muerte, el Nangpala. Un febrero de dolor insoportable. La humanidad de un pinchazo morado, turbio, con color a muerte. Mirarte a los ojos y decirte un adiós de desgarro. Llantos irreprimibles para un sábado de piñata, de carnaval para odiar. El olor nauseabundo de la muerte, el camino hacia el bosque de castaños, morada eterna para madre e hija. Cerrar tus ojos, tocarte por última vez. La tierra que todo lo cubre. Quererte hasta el infinito, llorar tu ausencia. Nira. Revolución de monjes, revolución morada. Imágenes de una Birmania alzada, calles de un julio tranquilo, escenarios de un agosto represor. Hitos de un blog monotemático. Emociones contrapuestas, el dolor de un pasado que no pudo ser. Fosas cavadas para deseos a enterrar. La falta de tierra que las cubra. Piedras dolorosas en su lugar. Promesas hechas en el valle de las mil estupas. El atardecer birmano, el final de una época. La negrura de la navidad, tu andar patoso. Resfriado de perrera, paternidad por sorpresa. La alegría en el corazón herido. Aroa. Un marzo para olvidar. Lágrimas ante un televisor, imágenes de la barbarie, de la brutalidad de las estrellas rojas. La ciudad santa en llamas. El silencio de la vergüenza, de la democracia que nunca es. Llamas olímpicas para una primavera de sangre. La protesta de aquellos que no creemos en hoces, en martillos, en estrellas, en asesinos. Tíbet libre. Crisis de ideas para una encrucijada. La refundación de la virtualidad abandonada. Renovarse o morir. Recortes de una vida más, del que a veces se siente recortado, del que juega con las estaciones, del que huye de la lluvia, del que busca el sol. Un agosto para no olvidar. Un verano eterno, el refugio de tu compañía, de nuestra playa. La confusión cardiaca, el querer, el no poder. Nubes negras en el horizonte invernal, el que trajiste un sábado de octubre. El invierno que llegó por sorpresa, sin esperarlo, sin desearlo. Mi extraño dolor, frío, intenso, como nuestra relación. El abismo del deseo de morir. El desconcierto del que no sabe qué pasará. Lo que cambia todo en dos años. Lo poco que cambian algunas cosas en décadas. Seguir echándote de menos. Cartas virtuales para el dolor que no cesa. Un futuro incierto, como mi vida con todo, con todos.
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