Prohibición inmediata
En 1997, el esfuerzo de miles de personas, ONG’s y varios Estados llevó a que se prohibiera, mediante una declaración formal, la producción, almacenamiento y uso de las minas antipersona, una de las principales causas de muerte y mutilación en las zonas de conflicto. Ahora, diez años después de aquel año histórico para aquellos que creemos en el desarme mundial, 70 países de todo el globo han iniciado el camino para la prohibición de las aberrantes bombas de racimo. Estas bombas han sido utilizadas, más recientemente, en la invasión de Irak, en la guerra contra los talibanes afganos o por los israelíes en la reciente guerra del Líbano. El funcionamiento de estas bombas es muy simple: son disparadas desde tanques o lanzadas desde aviones; en plena trayectoria, la cápsula principal de la bomba se abre para liberar la submunición, que vendría a equivaler a cientos de pequeñas bombas. Las pequeñas bombas son dispersadas en un área equivalente al de tres campos de fútbol, lo que implica que, cualquier ser humano presente en el área descrita puede ser alcanzado por una de estas submuniciones. Lo peor del caso es que las bombas, en caso de caer al suelo, no siempre explotan; esto las convierte, directamente, en minas antipersona. El peligro de estas bombas es especialmente alto para los civiles, y muy especialmente, para los niños.
En la guerra del Líbano de hace un año, el Estado de Israel desperdigó unas 100.000 bombas de racimo; teniendo en cuenta que el 90% de estas bombas fueron lanzadas a 72 horas de firmarse el alto el fuego [es decir, en un momento en el que las autoridades israelíes eran plenamente conscientes de que el conflicto acabaría en breve], el uso de estas municiones no sólo es aberrante, sino descaradamente inmoral. Es por ello que, desde la declaración de Oslo de principios de este año y la Conferencia de Lima celebrada en mayo, se ha logrado dar un espaldarazo claro al objetivo fijado por Noruega y Bélgica en su momento: la prohibición del uso, fabricación y almacenamiento de estas bombas ha de estar regulada por un texto legal de alcance universal. Para 2008, los países firmantes de la Declaración de Oslo pretenden tener listo el texto que, presumiblemente, y a pesar de las oposiciones de los grandes productores y usuarios de estas “armas de la muerte” [EEUU, Israel, China o Rusia] y su inmoral boicot, podrá ser aprobado por una mayoría de naciones dignas.
pd: el niño de la foto, de tan sólo seis años de edad y residente en Laos, fue alcanzado en 2003 por una bomba de racimo de la guerra de Vietnam, perdiendo un ojo como consecuencia de la explosión. Se calcula que el ejército de Estados Unidos lanzó decenas de millones de submuniciones de este tipo durante la guerra de Vietnam, convirtiendo a Laos en el país más afectado por estas armas del mundo.
En la guerra del Líbano de hace un año, el Estado de Israel desperdigó unas 100.000 bombas de racimo; teniendo en cuenta que el 90% de estas bombas fueron lanzadas a 72 horas de firmarse el alto el fuego [es decir, en un momento en el que las autoridades israelíes eran plenamente conscientes de que el conflicto acabaría en breve], el uso de estas municiones no sólo es aberrante, sino descaradamente inmoral. Es por ello que, desde la declaración de Oslo de principios de este año y la Conferencia de Lima celebrada en mayo, se ha logrado dar un espaldarazo claro al objetivo fijado por Noruega y Bélgica en su momento: la prohibición del uso, fabricación y almacenamiento de estas bombas ha de estar regulada por un texto legal de alcance universal. Para 2008, los países firmantes de la Declaración de Oslo pretenden tener listo el texto que, presumiblemente, y a pesar de las oposiciones de los grandes productores y usuarios de estas “armas de la muerte” [EEUU, Israel, China o Rusia] y su inmoral boicot, podrá ser aprobado por una mayoría de naciones dignas.
pd: el niño de la foto, de tan sólo seis años de edad y residente en Laos, fue alcanzado en 2003 por una bomba de racimo de la guerra de Vietnam, perdiendo un ojo como consecuencia de la explosión. Se calcula que el ejército de Estados Unidos lanzó decenas de millones de submuniciones de este tipo durante la guerra de Vietnam, convirtiendo a Laos en el país más afectado por estas armas del mundo.
Etiquetas: Democracia, derechos humanos, guerra, libertad sexual