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Teología liberadora



La semana santa se inicia con una noticia un tanto inquietante: el arzobispo de Madrid ha optado por clausurar una parroquia controlada por teólogos de la liberación, popularmente conocidos como los curas rojos. Desde la llegada de Ratzinger al papado, la persecución iniciada por su antecesor parece haberse recrudecido. El mentor del “papa ultra” parece haberse tomado muy en serio perseguir la disidencia progresista instalada en algunas iglesias del mundo, y muy especialmente las visiones más evangélicas surgidas en América. Liderados por los denominados teólogos de la liberación, las iglesias americanas, enfrentadas cara a cara con el drama de la pobreza extrema, los conflictos sociales, las guerras y el hambre, éstas han decidido plantarle cara al conservadurismo extremo de los jerarcas católicos, su compromiso limitado con los pobres y con el mensaje evangélico.

La Teología de la Liberación [TL] surgió en Brasil hacia la década de 1960, impulsada por los universitarios católicos progresistas, como respuesta al inmovilismo conservador de las jerarquías eclesiásticas. Es un movimiento nacido en la periferia del mundo de la curia romana, profundamente comprometido con un programa de reforma social radical; por ello, la TL no sólo reta las estructuras clásicas del catolicismo europeo, su visión eurocéntrica del mundo y de la vida. La Teología de la Liberación implica una ruptura histórica fundamental: por primera vez en la historia de la Iglesia, se ha realizado un esfuerzo de reflexión en la fe cristiana fuera de los centros clásicos de la producción teológica católica. Si a este hecho unimos el dato objetivo de que la única zona del planeta donde el catolicismo tiene expectativas de crecimiento [y no de retroceso, como en la Europa laica] es la América hispanohablante, los motivos por los cuales los teólogos reaccionaros han optado por la beligerancia son más que evidentes. Pero a pesar de su neto carácter americano, la Teología de la Liberación se comprometió, en el resto de los continentes, con los sectores oprimidos, los pobres y los desamparados. Así, en Estados Unidos los teólogos de la liberación centraron su atención en la lucha por el reconocimiento de derechos civiles para la población afroamericana; en Sudáfrica se desarrolló una Teología de la Liberación comprometida en la lucha contra el régimen del apartheid; en Asia se desarrollaron movimientos liberadores en Corea del Sur como la teología “minjun” [de la masa popular] o la Teología Campesina de Filipinas. En España destaca la experiencia de los curas obreros en la década de 1960 [precursores de la Teología de la Liberación], participantes activos en las luchas obreras y sindicales contra el franquismo. Herederos de esta importante corriente son los curas rojos desalojados de su parroquia de Vallecas estos días.

La Teología de la Liberación es un movimiento principalmente de base; es además una corriente periférica surgida como respuesta a los contextos de injusticia social y retroceso económico del Tercer y Cuarto Mundo. Por ello, la diferencia sustancial entre las propuestas de los teólogos de la liberación y las demás corrientes tradicionales católicas es la importancia que los primeros otorgan a los pobres. Éstos ya no son considerados meros objetos de ayuda [lo que implica una desestructuración del concepto de caridad cristiana europeo]; la Teología de la Liberación los considera protagonistas de la construcción de la Iglesia y de sus propias vidas. El papel de todos los cristianos [y no cristianos] es la consecución de la emancipación de los pobres de la tierra. Ideológicamente hablando, la Teología de la Liberación es anticapitalista, al acusar al sistema económico neoliberal de fomentar las desigualdades sociales y las injusticias [vendría a materializar una especie de pecado estructural]. Una crítica explícita hacia los nuevos ídolos del mundo moderno: el consumismo, la riqueza, el poder, la seguridad nacional, los ejércitos…

Son básicos para entender las dinámicas de la Teología de la Liberación los escritos del brasileño Leonardo Boff; en ellos hace una defensa explícita a un socialismo cristiano de base marxista [desvinculado de los sistemas socialistas existentes]; critica la estructura de poder de la Iglesia católica, la autoridad de las jerarquías eclesiásticas, el estilo de poder romano-imperial, el dogmatismo y la intransigencia de la curia… Las aproximaciones de los teólogos de la liberación con movimientos como el ecologista, el laicismo o las luchas antiglobalización han sido ampliamente constatadas a lo largo de la década de 1990. Por ello, los teólogos libertadores afirman que la salvación cristiana no puede realizarse sin antes haberse realizado una liberación económica, social y política, lo que se traduce en la erradicación total de la pobreza, la explotación de unos seres humanos por otros y del carácter claramente injusto del actual sistema económico mundial. Concluyen con una llamada a la necesidad de adaptar el mensaje universal de los Evangelios a las distintas realidades de los pueblos de la Tierra. Por ello creen en una libre aceptación del mensaje cristológico, rechazando las imposiciones dogmáticas del catecismo.

Los movimientos de base cristianos, ampliamente comprometidos con los principales problemas del globo, son un ejemplo vivo de lo que significa el ser Iglesia. Miles de cristianos de base luchan, junto con otras organizaciones y movimientos sociales, por la erradicación de las injusticias planetarias. Profundamente comprometidos con el mensaje universal de Jesús-Cristo, y deudores del mensaje evangélico, representan a la auténtica Iglesia y son la materialización práctica del mensaje cristológico. Ni el conservadurismo de los jerarcas católicos, su galopante y repulsiva misoginia, homofobia e intolerancia manifiesta, son características compartidas por los cristianos de base y los teólogos de la liberación. Y es por ellos, por lo que desde este simple blog queremos agradecer a los miles de cristianos comprometidos con el auténtico mensaje de amor universal cristiano, su labor en construir un mundo mejor para todos, lejos de los odios y la intolerancia de aquellos que pretenden imponernos su caduca forma de entender a los seres humanos y el mundo que todos habitamos.

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  • Anonymous Anónimo says so:
    5:55 a. m.  

    Este artículo esta lleno de impresiciones, la TL en América ya esta prácticamente extinguida, no de hoy, sino ya desde fines de los 80. La TL, en el contexto latinoamericano de la década del 70 fue una corriente que desvirtuó el carácter universal -ergo, católico-, para todo hombre, de la salvación de Cristo, enfatizando una (mal) intencionada visión exclusivamente "clasista", netamente materialista, de la misma. En dicho contexto, las consecuencias fueron dramáticas, incluso, sangrientas para muchos sectores, en especial, los vinculados a la pastoral social. Ló dijo claramente S.S. Juan Pablo II en Puebla: - "La única teología de la Liberación es la emanada del Evangelio"-, ... el resto, es "entrismo" marxista (x lo tanto ateo), y si se me permite, al mejor estilo gramsciano.
    Para muestra un botón, el propio Leonardo Boff, hoy es un patético y solitario exponente de esta corriente extinguida, dedicado a criticar mediáticamente x fuera de la Iglesia y transformado en una especie de lamentable paria neoecologista.

    Lucas Espinoza, desde algún lugar de latinoamérica. top

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