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Que me excomulguen



Las aguas andan revueltas allá por México D.F., la segunda urbe más grande del globo. Todo ello por un proyecto de ley que pretende legalizar el aborto en las primeras 12 semanas de gestación. En un país de profundas convicciones católicas, donde más de un 80% de una población total de más de 100 millones de personas se considera súbdita del romano pontífice, sacar adelante un proyecto como éste implica una oposición radical y frontal del mundo de la caverna, la derecha política y la ortodoxia religiosa. En un país en el que las Iglesias distribuyen una suerte de propaganda ultra-conservadora que vilipendia a homosexuales, mujeres feministas y cualquier actitud progresista; en un país en el que desde el púlpito se condena a los borrachos y homosexuales a los fuegos de infierno [sic - fui testigo de tal aberrante frase en la Catedral Metropolitana de DF]; en un país donde el machismo al más puro estilo hispano campa a sus anchas, esta oposición ejemplifica hasta qué punto la intolerancia de aquellos que se dicen seguidores de un mensaje basado en el amor y la fraternidad mutua, se ha adueñado de los destinos de la Iglesia de Cristo.
La despenalización del aborto en las 12 primas semanas supone dar libertad absoluta a aquellas mujeres que deseen interrumpir su embarazo. Ya no tendrán que alegar motivos como la violación, malformación del feto o riesgos para la vida de la embarazada, ya que la Asamblea de Representantes ha ampliado el margen para que las mujeres sean dueñas de sus cuerpos [el Estado no puede asignarse el papel de dueño del cuerpo físico de los ciudadanos] y de sus destinos. Con gran acierto, los 44 diputados que votaron sí a la despenalización, basaron su decisión en un informe del Comité de Bioética Mexicano en el que se afirmaba que en las 12 semanas de gestación, el embrión no puede ser considerado un individuo biológico, ergo, ni mucho menos un ser humano. Éste carece de una vida independiente al hallarse aún fuera del útero materno. El desarrollo cerebral aún se halla en ciernes y las conexiones neuronales que implican el poder sentir dolor o placer son aún inexistentes.
La Iglesia Católica, en un alarde de despotismo y chantaje inaceptables, declaró que excomulgaría a los diputados que votaran a favor de esta reforma. Ello implica que los miembros del izquierdista Partido de la Revolución Democrática [PRD] serán expulsados de por vida de la Iglesia. Como viene siendo habitual, la doble moral de los prelados católicos viene a justificar un esperpéntico juego a dos bandas de una incoherencia infinita. ¿Excolumlgó la Iglesia a los políticos que en 1982 aprobaron la Ley del Aborto en España? ¿Excomulga la Iglesia a aquellas mujeres que acuden a las clínicas abortistas? ¿Excomulga la Iglesia a aquellos que públicamente defendemos el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y sus propias vidas? Pues desde aquí, por defender el aborto; los derechos de los homosexuales, transexuales e intersexuales; el feminismo; el laicismo; la independencia Estado-Iglesia; los divorcios; la libertad sexual; la cohabitación sin matrimonio; por ser de izquierdas; y por creer que el Papa es un pelele autoconvencido de su infalibilidad y erigido en un superhombre de dudosa credebilidad, pido a la santa Iglesia Católica que me excomulgue de una vez por todas por rojo, ateo y otras muchas cosas que ésta preferiría no saber...

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  • Anonymous Anónimo says so:
    11:35 a. m.  

    Un aborto significa un fracaso de la sociedad en que se realiza.

    ¿No se ha parado nunca a pensar en el aplastante sentido común de la orden "las mujeres y los niños primero" cuando de evacuar un barco undiéndose se trata?
    Bien se podría pensar que nuestro barco, llamado planeta tierra, se está undiendo. Pero no parece necesario primar a las crias y a las hembras reproductoras en el orden de salvamento.

    En general no me gusta que la gente se muera. Me resigno ante las causas naturales. Y no me gustan las artificiales, y menos aún cuando son provocadas por nosotros mismos:no me gusta la pena de muerte, no me gusta la guerra, no me gusta la miseria, no me gusta la tortura, no me gusta la desigualdad, no me gusta la alienación, no me gusta la eutanasia, no me gusta el suicidio y así un largo etcétera. Y por supuesto: no me gusta el aborto. Consciente soy de que cada "no me gusta" requeriría de un buen puñado de matizaciones, pero como descripción general me vale.

    Digo un "no me gusta", en vez de un "prohibido", porque uno ya tiene cierta edad para caer en radicalismos y generalismos, tal es así, que incluso hay que aceptar la muerte provocada bajo ciertas circunstancias extremas. Siendo así, si para una mujer supone un sufrimiento (físico o psíquico, presente o futuro) que ella considera insoportable el continuar con una gestación, pues que la interrumpa, no son niños precisamente lo que falta en el mundo. Pero me seguirá pareciendo un fracaso. ¿Sabe por qué? Porque un nonato es potencia infinita. ¿Qué quiere decir esto? Que puede ser cualquier cosa. Que aunque existe un 99% de posibilidades que su vida discurra por los cauces que su cuna y su genética dispongan, exite un 1% de que sea un Einstein, un Ghandi, un Sócrates, un Da Vinci, un Marco Aurelio... O simplemente el amor de vida, y que ya jamás conoceré (pero bueno, esto último ya es ponernos estupendos...). Ya, ya sé que también podría ser un Hitler, pero un hijoputa más no se va a notar entre tanto que ya existe. Es un fracaso renunciar a ese 1%. Un fracaso y un lujo.

    No obstante conozco el mundo en que vivo. Sé que la igualdad de la mujer se basa en dos pilares, la independencia económica y la sexual. Sé que en muchos sitios no hay pan para más bocas (o educación, que no sólo de pan vive el hombre). Clamen entonces por la independencia económica y sexual de la mujer, por el derecho a un bienestar material suficiente, y si el aborto es un efecto colateral, pues asúmanle temporalmente como un mal menor, pero no como algo para sentirse orgulloso de ello.

    Por supuesto que no voy a entrar en el debate de qué plazos son los que confieren o no el carácter de humana a una vida. Básicamente serán los que convengamos, en eso nos diferenciamos de los animales, en que hacemos la realidad a nuestra medida. Pero no me escudaré en la ciencia (al menos en la yo conozco) para decir de que tantas o cuantas semanas son las que me exculpan o no de provocar una muerte a una persona.

    En fin. La verdad es que la superpoblación es un problema, y el aborto no es precisamente la primera causa de muerte provocada contra la que hay que luchar. Ya se sabe, hasta en esto de las reinvidicaciones sociopolíticas se cumple la máxima económica, recursos escasos versus necesidades ilimitadas. Pero no nos engañemos por favor, un aborto es un fracaso. Se puede defender que es asumible o incluso necesario (como se puede defender lo mismo de la pena de muerte), pero no por ello deja de ser un fracaso (igual que la pena de muerte).

    Tiene usted un discurso interesante. Algo dogmatizado pero interesante. Espero volver a charlar con usted. top

  • Blogger Xerach says so:
    3:57 p. m.  

    El aborto puede significar un fracaso, pero no creo que sea colectivo, sino personal. Como dueñas de sus cuerpos, las mujeres tienen a su disposición una gama de medios para evitar embarazos; si no se recurre a ellos es por, o falta de información al respecto o desidia. El aborto es, por lo tanto, el mal menos deseado, pero se recurre a él en casos extremos.

    A mi tampoco me gusta el aborto, y como ya dije antes, es una medida excepcional que las mujeres han de tomar en caso de haber fallado los métodos anticonceptivos o no haber recurrido a ellos.

    En cuanto a los plazos, la comunidad científica afirma que en las 12 primeras semanas de gestación, el feto aún no siente ni padece, ergo, no sufre al ser abortado. Otra cuestión, ya más subjetiva, es si el acto de abortar en los plazos ya citados es moralmente aceptable. La lógica y la moral a veces no empatan bien.

    Reitero que apoyo su afirmación de que el aborto es un fracaso; pero discrepo en el sentido colectivo que usted pretende aplicarle al acto. El fracaso es individual, de aquella persona que por el motivo que sea, decide interrumpir el desarrollo de un "humano en potencia". Pero como los cuerpos en los que se gesta el feto [que en las 12 primeras semanas n siquiera está en el útero] son de mujeres independientes y libres, con capacidad de decisión sobre su físico, ni el Estado ni la Iglesia pueden ostentar ningún tipo de derecho sobre el cuerpo de la mujer. La gestión de los cuerpos físicos ha de hacerse a título individual. Y es aquí donde baso mi defensa del derecho a abortar; siguiendo la misma lógica defiendo el derecho a la eutanasia activa, al suicidio o a cualquier decisión que el individuo tome con respecto a su cuerpo.
    Gracias por el comentario, un saludo y hasta pronto. top

  • Anonymous Anónimo says so:
    6:49 a. m.  

    Abortar no es una cuestión personal. Es absolutamente cierto que el reconocimiento y protección del individuo sobre la sociedad es uno de los referentes de los sistemas democráticos occidentales, fruto de la reacción contra abusos cometidos en el pasado, así, en las constituciones se plasman los derechos individuales como garantía frente al estado y frente a los demás. Eso que les debemos a los liberales. No obstante también en todas esas constituciones se contempla y regula la vulneración de esos derechos individuales cuando se considere más importante salvaguardar el interés general. Eso que le debemos al socialismo. Vaya a China y dígales que la procreación es un asunto individual. Ya sé que en China pocos derechos individuales se respetan, pero el problema con su población está ahí, y tienen que atajarlo desde las instituciones que les gobiernan. En las democracias occidentales daríamos otras soluciones a un problema como el Chino, probablemente gravaríamos fiscalmente la tenencia de hijos de forma brutal, de la misma forma que hasta el momento se ha favorecido fiscalmente el caso contrario. Es decir, abortar no es una cuestión personal, la procreación de la especie no es una cuestión personal. Otra cosa es, como dije, que el aborto no sea un problema, pues realmente su incidencia en la natalidad es prácticamente nula: no son niños lo que falta.

    El asunto científico de los plazos es completamente baladí. El asunto del aborto es absolutamente ético y moral. Muchos animales se autoregulan eliminando a parte de su progenie si no la consideran viable, no se plantean que eso sea malo o bueno, simplemente su instinto lo considera necesario. Si la ausencia o no de dolor fuera un criterio, con sedar convenientemente a una víctima se solucionaría el dilema de la moralidad de provocar su muerte (igual que se hace con la pena de muerte). Ergo el tema de los plazos para mi carece de sentido, aunque sí es verdad que si nos ponemos en los extremos esto que digo puede ser discutible (hombre, no parece lo mismo abortar un óvulo fecundado hace un minuto que un feto de ocho meses). Luego parece que el quid de la cuestión está en averiguar si ese feto pertenece a la madre, como su visícula, o no. Bien, la sociedad tolerará unos plazos y no tolerará otros, por vete tú a saber qué motivos, y allí estarán los científicos para tranquilizarla.

    En fin, los integristas se suicidan con un kilo de explosivo adosado a su cuerpo, su suicidio evidentemente no es una cuestión personal en la que no hay que entrar. ¿Por qué?: Porque afecta a los demás. ¿Afecta un aborto a los demás? ¿El padre no tiene absolutamente nigún derecho? ¿La sociedad no tiene absolutamente nigún derecho?.... ¿?... top

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