Cuerpos diferentes
Leyendo Deshacer el Género de la siempre genial Judith Butler, me topé con la problemática cuestión de los intersexuales y la intersexualidad. Pero, ¿qué es la intersexualidad? Los propios médicos, filósofos, psicólogos, activistas queer o especialistas en temáticas de género y sexualidad son incapaces de ponerse de acuerdo al respecto. Para unos, los intersexuales son aquellos seres humanos que presentan simultáneamente características genitales masculinas y femeninas; para otros, son aquellos cuyos genitales no se rigen por las medidas y aspectos estandarizados; finalmente, se hallan aquellos que creen que los intersexuales presentan genitales que no pueden describirse ni como masculinos ni como femeninos.
La mayor parte de los expertos relacionados con el mundo de la teoría queer y los estudios de género y sexualidad, se decantan por presentar a los intersexuales como individuos con una anatomía sexual que varía respecto del estereotipo corporal masculino o femenino. Estadísticamente hablando, uno de cada 2.000 niños nace intersex [en sus distintas variantes], y la inmensa mayoría de los mismos recibirá tratamientos hormonales e incluso operaciones quirúrgicas de reasignación de sexo. El tratamiento de estos niños [en ocasiones extremadamente agresivo] se basa en la premisa de la existencia de dos entidades sexuales naturales y bien definidas [la masculina y la femenina], negándose la evidencia de que existen cuerpos genitalmente diferentes, etiquetados como monstruosos, repugnantes o rechazables por una buena parte de la sociedad. De esta manera, se perpetúa una dicotómica idea de género que justifica la intervención de todos aquellos que no se adapten a la imagen estandarizada de hombre o mujer, o directamente se les excluye [principalmente de las actividades sexuales]. Perpetuamos la idea de que los genitales marcarán y determinarán las reglas de cómo ha de socializarse la persona, sin tener en cuenta que la diferencai y la diversidad se manifiestan en todos los aspectos de la vida humana. Los actores sociales legitiman su rechazo hacia el/la diferente estableciendo unilaterlamente lo que es normal y anormal en cuanto al sexo y el género se refiere. Con esta base, se justifican los intentos de controlar, reprimir, eliminar y limitar aquellos cuerpos diferentes que transgreden aquello que se ha conceptualizado como normal.
La teoría queer promulga la necesidad de deconstruir las tradicionales visiones en torno al género y la sexualidad; en el caso de los intersex, se plantea la necesidad de estos sujetos diferentes a transgredir los supuestos tradicionales que los rechazan y excluyen; la necesidad de superar las dicotomías existentes [mujer/hombre, homosexual/heterosexual, pene/vagina] y que se abra paso a nuevos significados del cuerpo, del género... Lo peor es que se ha perpetuado la idea de que las personas manifiestan su género y su sexualidad en base, mayormente, a sus genitales. La lucha queer por la reformulación y rearticulación del tradicional discurso en torno al género y la sexualidad humana también implica el reconocimiento a la diversidad sexual más allá de los genitales y cuerpos estandarizados; y lo que es más importante, el reconocimiento y aceptación de éstos en una sociedad que tienden a reafirmar comportamientos de exclusión o sometimiento sobre los/las más diferentes.