Electro constitucionalismo
Efectivamente, hoy [6 de noviembre de 2006] celebramos el día festivo por excelencia de la democracia: el día de la Constitución [española]. Algunos, entre los que se encuentra el que os escribe, opinamos que el marco constitucional de 1978 se ha quedado obsoleto o inadecuado para los tiempos que corren. La Constitución que permitió el regreso del ansiado sistema democrático, ha de considerarse como la heredera directa de la promulgada en 1931 por las Cortes Constituyentes de la Segunda República. A pesar de que muchos trogloditas de la caverna nieguen este hecho, nuestro presente marco constitucional le debe mucho a la anterior experiencia democrática. La estructuración territorial autonómica fue un producto exclusivo de la República; la solución intermedia entre las demandas más centralistas y aquellas que propugnaban un abierto federalismo.
Hace ya 28 años que los españoles mayoritariamente aprobaron el proyecto constitucional surgido de la paz de los muertos de la transición política. Y es que, a pesar de que muchos osan llenar sus bocas con alabos y reverencias varias hacia el proceso que engendró la ley de leyes, la transición no fue, ni mucho menos, un proceso histórico intachable y perfecto [como algunos cavernícolas pretenden hacernos creer]. A día de hoy, muchos de los problemas irresuletos en aquel toma y daca político [llevado a cabo, casi en exclusiva, por las fuerzas de izquierdas] permanecen sin una solución digna. Hablamos de la inacabada articulación territorial del Estado [el sistema de las Autonomías no es suficiente en en presente contexto], el anacronismo de la Corona en un marco democrático plenamente consolidado y las heridas, aún sin cicatrizar, de la guerra civil y la dictadura.
Es absolutamente cierto que, en aquellos momentos, la Corona era la única institución que podía garantizar un proceso lo más limpio posible hacia la democracia. También lo es, que el sistema autonómico era la vía más posible hacia la descentralización del siempre centralista Estado franquista. Y también es una verdad, que para hacer válido el proceso hacia la democracia, la guerra civil y la salvaje dictadura debieron ser, al menos durante un buen tiempo, obviados del debate político. Lo que es absolutamente inaceptable, en los tiempos que corren, es que se siga apelando a la Corona como garante del sistema actual de libertades y derechos; que se imposibilite cualquier vía o forma nueva hacia un Estado descentralizado pero unido bajo otros mecanismos, el federalismo, por ejemplo. Y lo peor de todo, es inadmisible que el Estado se niegue a reconocer a las víctimas que dieron sus vidas y su libertad por la democracia [republicana]; es inadmisible que el presente y los anteriores gobiernos, hayan jugado a imponer un silencio en torno a nuestra historia más reciente, e intentar situar en un cuarto plano unos hechos que jamás deberían ser pasto del olvido sistemático que algunos pretenden imponer.
Cuando oigo a los dirigente del Partido Popular o del Partido Socialista apelar al espíritu de concorida del pacto constitucional de 1978, siempre me pregunto, ¿debemos apelar al ambiente de crispación extrema que se vivió entre 1975-1978? ¿A los muertos injustamente asesinados por la aún operante máquina represora del agónico sistema franquista? ¿A los vaivenes del terrorismo de ETA militar, los GRAPO o el propio terrorismo estatal? ¿A loa abogados laboralistas de Atocha masacrados por la extrema derecha contraria al proceso? Señores, ¿de qé coño están hablando cuando afirman eso de apelar al espíritu de la concorida de la transición?
Como sigo sin entenderlos [a toda la clase política que se dice monárquica a la vez que democráctia], creo que la mejor forma de celebrar este día de la Constitución es agarrándome una buena fiesta con algo de electrónica de fondo. Y es que, haciendo paralelismos algo absurdos [pero como no, interesantes] la música electrónica ha sufrido desde los inicios del nuevo siglo, un claro proceso de democratización; lo que hasta entonces era un estilo underground sólo apto para unos pocos, se fue abriendo a un público más diverso. Los mecanismos de desarrollo de la electrónica global se basaron en un mayor acceso a la composición de música [a través de programas más baratos] y una difusión a gran escala de una música dirigida por y para el entretenimiento. De esta manera, nos hallamos ante un estilo musical que, con el objeto mismo de sobrevivir a los vaivenes del presente siglo, fue capaz de transformar sus estructuras elitistas y algo inmovilistas para permitir su apertura al resto de la sociedad. Si la democracia, nuestro presente Estado de derecho y el sistema de libertades y derechos pretende sobrevivir al presente contextos, nuestras señorías deberían comenzar a ser conscientes de que la vieja Constitución de 1978 se merece un par de arreglos. La reforma constitucional es necesaria y básica para lograr una mayor democratización del sistema [como bien hizo, aunque salvando las distancias, la electrónica en el pasado], que debe superar los reformismos puntuales [maquillaje monárquico que permita la ascensión de una mujer al trono de España; conversión del Senado en una cámara de representabilidad territorial....] y operar bajo un profundo espíritu de reforma guiado por principios tales como el federalismo [como solución del enquistado problema territorial], la democracia participativa y directa, el republicanismo como auténtica expersión del sistema democrático...
Mientras estos cavernícolas y falsos progres celebran institucionalmente la pantomima de la transición, yo bailaré al ritmo de la democratizada música electrónica con la que Felix Da Housecat y otros nos deleitarán en esta noche de electro-constitucionalismo.
10:04 p. m.
Respeto tu opinión acerca de que la Constitución se ha quedado obsoleta e inadecuada para los tiempos que corren, pero no la comparto. Mi opinión difiere mucho de la tuya ya que creo que las constituciones no deben cambiarse cada 25 años, o al albur de la tendencia política gobernante. Nuestra norma fundamental se redactó con afán de permanencia y se aprobó en referendum con la idea de convertirse en el texto definitivo que regulase la convivencia entre todos los españoles. Recuerdo cuando estudiaba en Derecho Constitucional que miraba con cierta envidia constituciones más antiguas como la americana, con toda su antigüedad siempre respetada.
Sí que es cierto que el texto puede ser reformado, como ya se hizo para adecuar nuestro ordenamiento a lo establecido por la Unión Europea. El problema reside en la revisión que afecta a ciertas partes entendidas por el constituyente como fundamentales. Para modificar partes como las de los derechos fundamentales, la corona,... haría falta una mayoria de 2/3 del parlamento, una disolución de las cortes, la convocatoria de cortes constituyentes que tendría que apoyar por 2/3 la revisión y un referendum posterior que la aprobase. En definitiva, con la situación actual es imposible un consenso similar al de la transición.
En lo que respecta a la constitución republicana de 1931, tengo que decir que estoy en total desacuerdo contigo porque la II República tuvo un origen completamente ilegítimo:
-La proclamación procedía de unas simples elecciones municipales que carecían de carácter plebiscitario.
-Además, las elecciones no habían sido ganadas por los republicanos.
Partiendo de mi opinión sobre el origen ilegítimo de la II República, no puedo admitir que ésta inspire a nuestra carta magna.
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12:07 p. m.
Agradezco tu comentario y también lo respeto. En cuanto al origen de la II República difiero absolutamente. ¿Cual sería la legalidad del Estado franquista, de cuyas Cortes se inició el proceso de reforma y transición política? ¿Sería ilegal la Constitución de 1978?
Gracias por tu visita. top