<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d18181072\x26blogName\x3dC%C3%B3mo+darle+la+vuelta\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dSILVER\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://comodarlelavuelta.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://comodarlelavuelta.blogspot.com/\x26vt\x3d4645094183928251861', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Aliados contra el terror

En la guerra global contra el terror todo parece valer: desde bombardear poblados habitados por civiles inocentes hasta apoyar regímenes crueles que se pasan por donde mejor saben los derechos humanos. La guerra global institucionalizada por el Imperio es una aberración en todos los sentidos, desde una perspectiva moral como desde una objetivamente jurídica. El campo de concentración de Guantánamo, un limbo legal donde se tortura y retiene, sin cargos, a cientos de presuntos yihadistas, es el máximo exponente de la arbitrariedad jurídica de la guerra imperial. Pero si hacemos una profunda reflexión en torno a los orígenes de esta confrontación planetaria, a la génesis misma de la guerra contra el terror [war on terror], podemos hacer inferencias básicas en torno a las motivaciones principales de la misma. Los cabecillas de esta guerra global se escudan constantemente en la necesidad de defender la democracia y los derechos humanos ahí donde estos aún son una quimera inalcanzable. Así, nos justificaron la invasión de Irak y el derrocamiento de su tirano [apoyado, en su momento, por el Imperio] o incluso, en los inicios de la propia guerra global, nos vendieron la necesidad de derrocar el salvaje régimen de los mulás afganos e instaurar una democracia en las imposibles tierras del Afganistán bélico. Pero la guerra global contra el terror [se sobreentiende que islámico-yihadista] dista de ser una guerra por la democracia y la libertad; ¿acaso la guerra y la democracia pueden ser considerados elementos convergentes? ¿No es la guerra el fracaso último de cualquier sistema democrático? Los instigadores de la guerra global así no lo creen. Emulando a los primeros que hicieron del liberalismo una bandera para ocupar y someter naciones [nos referimos a las tropas napoleónicas y sus campañas para extender el liberalismo fuera de las fronteras de la Francia revolucionaria], Bush nos presenta a los ejércitos de Estados Unidos y sus aliados como una suerte de coalición napoleónica, cuyo principal cometido es la extensión de un modo de entender el mundo muy concreto. Pero a diferencia de Napoleón, el mundo al que se enfrentan las tropas de Bush es radicalmente distinto a aquel al que debió enfrentarse la Francia revolucionaria. Y por ello, la guerra global contra el terror sabe perfectamente que la victoria final [si es que ésta puede darse] ha de asentarse sobre premisas que excluyen, directamente, cualquier sentido democrático que pretenda inferirse a esta lucha. Así, Guntánamo tiene su lógica existencial si la analizamos como un soporte más [ni democrático ni legal] de la guerra global. Y si seguimos esta lógica deductiva, que nos conduce a las verdaderas motivaciones de la guerra imperial y a las auténticas bases intelectuales e ideológicas de la misma, seremos capaces de entender [pero no de apoyar] por qué el Imperio es capaz de apoyar regímenes aberrantes como el de Arabia Saudita o Pakistán en aras de la democratización de otras naciones que en poco, o nada, se diferencian de las dos anteriores. Para el Imperio, tanto la Arabia de la dinastía Saud, como el Pakistán de los generales de Musharraf son aliados estratégicos y clave en la lucha contra el terror. Pasando por alto y obviando, descaradamente, que ambos países albergan auténticos nidos de ratas yihadistas, o que el propio origen del cabecilla de Al-Qaeda es de origen saudí, el Imperio ha sido capaz de rearticular el discurso para incorporar a esta lucha a naciones antagónicas con los propios principios que se dicen defender. ¿Cómo podemos considerar que Arabia Saudí, un país en el que se lapida a las mujeres y se condena a muerte y/o a miles de latigazos a los homosexuales, sea uno de los aliados en esta lucha global contra el terror? ¿Es que acaso un país en el que impere un sistema absolutista monárquico, en el que no existe ni tan siquiera un régimen representativo embrionario o primitivo, puede ser considerado un aliado de la democracia y la libertad? ¿Realmente cree el Imperio y todos aquellos que dan cobertura a esta guerra global ilegal y esperpéntica [véase derecha española, por ejemplo] que este planeta está habitado por simios en lugar de seres humanos con valores? ¿Realmente vale todo en esta guerra global, ilegítima e ilegal contra el terror islamista radical, cuando, en el seno de la coalición, tenemos países cuya radicalidad islámica aboga por la lapidación de mujeres adúlteras y de cualquier homosexual?

Etiquetas: , , , , , , , ,

You can leave your response or bookmark this post to del.icio.us by using the links below.
Comment | Bookmark | Go to end
izquierda unida