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Desaparecidos




“Desaparecer” implica dejar de ser una persona física, dejar de existir o, simplemente, perderse. Pero los “desaparecidos” no se han esfumado; alguien, en algún lugar del mundo sabe el paradero de aquellos que han dejado de estar entre nosotros. Alguien, a fin de cuentas, es responsable de su desaparición.

Esta es la triste realidad de los desaparecidos y de los familiares de estos, la interminable y agónica espera de alguna noticia que certifique el paradero final del que, por razones ajenas al mismo, ha dejado de existir. Las desapariciones forzosas son una realidad tangible, personificada tristemente en casos como los de los niños Yeremi, Madeleine y otros miles de menores víctimas de las guerras, los odios interétnicos, la violencia sexual o el tráfico de seres humanos. Las personas desaparecen a la fuerza en países como Afganistán, Irak, Tíbet, China, Colombia, Nepal, Rusia, o los países de la extinta Yugoslavia. Desaparecen por motivos que desafían las estrechas lógicas de aquellos capaces de abducir y asesinar con tal de perpetuarse en el poder, satisfacer sus aberrantes deseos sexuales o saciar sus ansias criminales; desaparecen por oponerse a los regímenes totalitarios, por desafiar el pensamiento único de aquellos incapaces de entender que la pluralidad ideológica es necesaria y exigible. Cada desaparición supone una violación flagrante de un derecho humano básico e inalienable: el derecho a la vida, a la libertad y seguridad personales; atenta directamente contra la dignidad de los seres humanos, contra el derecho a no ser sometidos a torturas u otros crueles, inhumanos y degradantes tratos y castigos. Y como no, las desapariciones que terminan en muerte, violan el principal de los derechos existentes, el derecho a la vida.

Hoy se celebra en todo el globo el Día Internacional de los Desaparecidos, de aquellos que, por las razones ya expuestas, han dejado de “existir” como personas físicas. Hablamos de las 18.000 personas que aún permanecen desaparecidas, más de una década después del inicio del odio interétnico, en los Balcanes; hablamos de las 1000 personas desaparecidas en Nepal; de las 8000 desaparecidas en Cachemira; de los más de 500.000 iraquíes desaparecidos desde la década de 1980; de los cientos de colombianos “encarcelados” por las milicias terroristas en la selva; de los cientos de tibetanos, entre ellos, el Panchen Lama [el preso político más joven del mundo] del que no se tiene noticia desde hace más de 12 años… Hablamos de aquellos que ya no están entre nosotros y de sus familias, cuya innegable derecho a saber la verdad de lo sucedido, el paradero de sus seres queridos y el por qué de esa ausencia obligada, es un derecho humano más.

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