Moviendo ficha
Desde el atentado de la T-4 en Barajas, las cosas no han vuelto a la rutina sectaria que tradicionalmente ha caracterizado el entorno político y social del mundo etarra. Hay algo que se está moviendo con relativa fuerza en los ambientes políticos de la izquierda abertzale; las discrepancias de algunos miembros de Batasuna con el aparato militar parecen ser relativamente ciertas. El bloque crítico con las dinámicas contradictorias de los terroristas [que propugnan un diálogo a base de bombas] parece estar moviendo una decisiva ficha que desbloquee una ya anquilosada partida sin fin. Este bloque parece estar liderado por el denostado Otegui, que al contrario de lo conunmente afirmado, es uno de los políticos más moderados de la izquierda vasca radical.
El proyecto presentado esta mañana en Donostia pretende establecer un marco político acorde con el actual régimen constitucional: una autonomía política para Euskadi [Álava-Araba, Bizkaia-Vizcaya y Guipúzoca-Gipuzkoa] y Navarra [Nafarroa Garaia], unidas ambas en una única entidad política. Lo realmente interesante de la propuesta es que Otegui ha manifestado que la decisión última debe corresponder a los ciudadanos y ciudadanas de ambas autonomías, ergo, deben ser las urnas la que avalen el nuevo proyecto autonómico abertzale. La unión de los cuatro herrialdes [provincias de Euskal Herria] deberá ser aprobada por los ciudadanos en términos pacíficos y democráticos, lo que supone un explícito guiño al ejecutivo socialista [que antepone como condición previa a cualquier diálogo con el entorno de ETA el cese de cualquier tipo de violencia]. Y lo más sorprendente de todo el proyecto es el abandono taxativo de los tradicionales proyectos de la izquierda abertzale: la anexión o integración de Navarra a Euskadi. En lugar de ello [y del proyecto político etarra basada en las bombas], Batasuna plantea la necesidad de rearticular las relaciones entre Euskadi y Navarra-Nafarroa basándose en el respeto mutuo de los ciudadanos de ambas autonomías, y en la suma de voluntades democráticas. El proyecto se presenta como un tránsito democrático hacia otros proyectos más ambiciosos, pero irrelizables en el actual marco discursivo impuesto por el nacionalismo españolista; de esta manera, Otegui afirma que a través de las voluntades decididamente democráticas y los procedimientos anexos al actual sistema, los vascos y navarros podrán decidir su futuro libremente [una referencia implícita a la independencia]. A pesar de ello, señala que el principal problema actual radica en el hostigamiento judicial que la izquierda abertzale viene sufriendo desde hace unos años. Los despropósitos manifiestos del sumario 18/98, que criminaliza a todos los movimientos independistas [diarios, asociaciones...], unidos a la brutal persecución de ideas y los intentos jurídico-políticos por imponer el pensamiento único y totalitario de los fascistas disfrazados de constitucionalistas ortodoxos, son los principales generadores del conflicto desde el lado español. A pesar de ello, Otegui se olvida de que otro de los condicionantes de la presente situación sigue siendo la obstinación de Euskadi Ta Askatasuna de mantener una lucha violenta incompatible con cualquier procedimiento democrático. Si los etarras mantienen sus surrealistas tesis de dialogar con el Gobierno de España a base de bombas o asesinatos, el proyecto autonomista ampliado de Batasuna tiene los días contados. Y si a ello unimos la aberrante actitud antidemocrática de la derecha mediática y el Partido Popular, y su negativa a dialogar cualquier solución de futuro para Euskal Herria, las propuestas de uno y otro lado parecerán no tener jamás repercusión práctica.
Mientras que en este país de países los faciosos hooligans del Partido Popular sigan campando a sus anchas, mutilando el Estado de Derecho y torpedenado con su retórica fascistoide las bases de nuestra convivencia colectiva, y mientras que los asesinos etarras sigan colocando bombas y atentando contra la libertad de 40 millones de seres humanos, la solución a uno de los principales conflictos de la contemporaneidad española será imposible.