Prostituyendo la libertad
Hace ya más de cinco años que las torres del World Trade Center dejaron de marcar el espectacular skyline [el perfil arquitectónico] de la capital no-oficial del globo; y desde entonces hasta ahora, el mundo no ha parado de evolucionar en una línea no prevista por la pandilla de faciosos y neocons estilo Fukuyama. Mientras que la horda de hooligans capitalistas festejaba la caída del muro de la vergüenza, la desaparición de la alternativa más factible [y porqué no decirlo, horripilante] al libre capital o la implantación a escala planetaria del dominio absoluto de los Estados Unidos, el mundo iniciaba un proceso de rearticulación geoestratégica cuyas dramáticas consecuencias vivimos en estos momentos. Y esos mismos estúpidos que en 1991 afirmaban que el capitalismo y su caduco sistema político habían logrado imponerse como el estadio de máximo desarrollo humano, en 2007 callan o se mantienen en un anonimato delator. ¿Podría Fukuyama o alguno de sus colegas de profesióbn [ergo, propagandistas profesionales al servicio del Imperio] explicame qué queda de ese hipotético triunfo capitalista? O mejor aún, ¿el derrumbe del bloque socialista y el triunfo abrumador de los Estados Unidos realmente han traído la ansiada paz y prosperidad global anunciada por aquel entonces?
Y yo les contesto con un rotundo y explícito NO; no, porque este mundo es aún menos seguro que aquel que vivió bajo la amenaza constante [y a veces exagerada] de la bomba atómica; y no, porque este mundo nuestro se ha convertido en un terrible sin-sentido, en una macabra broma forjada por una horda de integristas de toda condición y nombre, de fanáticos y lunáticos capaces de saltarse las reglas del juego fjadas en 1945, ergo, los sagrados fundamentos de la convivencia colectiva de esta aldea global: el régimen de libertades y derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero lo peor de todo este proceso, de consecuencias aún inciertas, es la activa y explícita participación de Estados Unidos y el conjunto de las naciones europeas en ese despropósito que llaman the war on terror [la guerra contra el terrorismo]. En nombre de algo tan sacro como la libertad, en Estados Unidos, Irak, Afganistán, Pakistán, Indonesia, Somalia, Palestina, Turquía, y en todos y cada uno de los países de esta Europa ¿unida?, se estan vulnerando, a diario, los derechos humanos básicos. Como si de un juego semántico se tratase, la clase política que nos rige a un lado y otro del Atlántico se dedica a prostituir, sin remordimiento alguno, los conceptos básicos del discurso liberal. Nos hablan de libertad, cuando en media Europa se está traficado con seres humanos secuestrados por el Imperio, con el repugnante consentimiento [e incluso activa participación] de muchos gobiernos del continente. Son los mismos que cuando nos hablan de democracia o del imperio de la ley, toman decisiones unilaterales a expensas del régimen parlamentario o lo que es peor, sus respectivas opiniones públicas. Son los mismos de siempre, los ladrones de maletín y guante blanco; los que a diario se visten con ese símbolo que representa la soberanía fálica y su traje y chaqueta. Los mismos de siempre, la más que execrable clase política que rige nuestros destinos colectivos.
Desde que en noviembre de 2005 el Washington Post destapara la existencia de cárceles secretas y centros de tortura en Europa, junto con los ya archiconocidos vuelos de secuestro, la complicidad de los políticos europeos con la praxis imperial es más que manifiesta. Los datos que han comenzado a aflorar de las reuniones entre Washington y los países europeos son realmente preocupantes. En las transcripciones de dichas reuniones queda patente la sumisión de Euorpa a los intereses y políticas del Imperio, y lo que es aún peor, denotan una absoluta falta de respeto de la actual clase política hacia los ciudadanos de cada uno de los estados miembros de la Unión. Saltándose la legalidad internacional vigente, la CIA y algunos países europeos parecen haber puesto en marcha una red de centros de tortura y detención de carácter secreto [y claramente ilegales], a las que son enviados supuestos terorristas. El modus operandi sobrepasa con creces cualquier procedimiento mínimamente democrático y leal al Estado de Derecho; al parecer, los supuestos sospechosos eran [y probablemente siguen siendo] detenidos ilegalmente por agentes de la CIA en sus respectivos países, ergo, secuestrados por agentes imperiales. Tras su rapto, los sospechosos eran enviados a los centros de torutra existentes ya en Europa o hacia países donde la tortura y todas las prácticas prohibidas las Convenciones de Ginebra son habituales. Estos centros fantasmas, situados en los márgenes de la legalidad internacional, constituyen uno de los principales engranajes de la guerra contra el terrorismo puesta en marcha por la actual administración estadounidense desde septiembre de 2001. Las escalas de algunos de estos vuelos de secuestro y tortura en España [en Baleares y en Canarias], sin el supuesto consentimiento de las autoridades españoles, es una flagrante violación de la soberanía nacional. A pesar de ello, dudo que tanto el CNI como el Gobierno socialista no tuvieran conocimiento de lo que aquí estaba pasando; como buenos carroñeros y falsos izquierdistas prefirieron mirar hacia otro lado y hacerle la vista gorda al Imperio. No hace falta mandar tropas a Irak o reunirse con Arbusto Jr [Bush] para ser cómplice de la guerra sucia contra el terrorismo; para violar la legalidad internacional.
Etiquetas: liberalismo, Libertad, terrorismo