Homosexualidad convulsa
Ya he criticado en anteriores posts la posición mayoritaria del lobby lesbogay acerca de la necesidad de construir una identidad homosexual heteronormativa, equiparable a las estructuras básicas de la sociedad heteropatriarcal. A pesar de que las motivaciones son aparentemente buenas [intentos de incluir a los homosexuales en la sociedad heteronormativa], los resultados estan siendo bastante ambiguos. Los datos del úlitmo eurobarómetro revelan que la mitad de los europeos se oponen a la vía convencional defendida por el citado lobby homosexual: los matrimonios entre personas del mismo sexo son ampliamente rechazados en algunos estados miembros de la Unión. El 49% de los ciudadanos de la Unión Europa rechaza estos nuevos modelos de familia, frente a un 44% que los apoya. Como es lógico, los holandeses son los más favorables a este medida, un 82% de los mismos apoyan a los matrimonios homosexuales, mientras que en España la cifra ronada el 56% de apoyos [una cifra espectacular y muy positiva si tenemos en cuenta nuestra evolución histórica contemporánea].
El matrimonio entre personas del mismo sexo está autorizado únicamente en tres estados de la UE: en los Países Bajos, Bélgica y España, mientras que Suecia y Reino Unido tienen legislaciones que favorecen uniones civiles [no matrimonios] entre homosexuales. Si tenemos en cuenta que tan sólo 5 países del mundo tienen legalizados este tipo de uniones [Holanda, Bélgica, España, Canadá y Sudáfrica], la vía convencional de aceptación y regulación de las uniones homosexuales sigue siendo extremadamente minoritaria, circunscribiéndose a la Europa con una legislación más progresista. Según el eurobarómetro, los países que superan el 50% de apoyos al matrimonio homosexual son únicamente 8: Países Bajos, 82%; Suecia, 71%; Dinamarca, 69%; Bélgica, 62%; Luxemburgo, 58%; España, 56%; Alemania y República Checa, 52%.
Los países que mayor oposición muestran hacia el matrimonio entre personas del mismo sexo son: Grecia y Letonia, 84%; Chipe, 80%; Rumanía, 79%; Lituanua, 77%; Polonia, 76%, ergo, las últimas naciones en adherirse a la Unión [a excepción de Grecia, incoporada en 1981] y con una menor tradición democrática [la mayoría son países del bloque ex-soviético].
Mientras, en el Estado norteamericano de Nueva Jersey, el legislativo ha aprobado una ley que sanciona las uniones civiles homosexuales, que previsiblemente será ratificada por el gobernador demócrata Jon Corzine. La citada ley otorga los mismos derechos y obligaciones que las uniones entre heterosexuales. En Estados Unios, únicamente el Estado de Massachusetts reconoce el matrimonio homosexual, mientras que Vermont, Connecticut y ahora Nueva Jersey reconocen las uniones civiles; California reconoce algunos derechos a las parejas homosexuales de hecho.
Como es lógico, la vía abierta por el lobby lesbogay está generando una profunda ruptura discursiva que ha adoptado formas diferentes en cada contexto y región. Los procesos de equiparación de derechos y reconocimiento social de una identidad cultural definida a través de los mecanismos del discurso heteropatriarcal, han calado en unas naciones y en algunas regiones, en detrimento de otras que se niegan a aceptar los nuevos modelos discursivos. Pero, ¿cómo podemos explicar entonces que un país como España, que hasta hace 30 años era una dictadura ultra-conservadora y católica se haya convertido en una de las naciones que abandera la causa lesbogay? ¿Por qué en Grecia, que entró antes que España en la UE [1981], no se han dado procesos similares al español, más cuando el país helénico ha tenido una mayor tradición democrática que nuestra nación de naciones?
Sin lugar a dudas, el caso español ha de ser sometido a un profundo análisis histórico y sociológico, que desenmascare las dinámicas y los mecanismos seguidos por la sociedad española para proceder a tan profundo cambio estructural. En ninguna nación del globo se ha asistido a un cambio social y de estructuras mentales tan profundo y en un período de tiempo relativamente corto, como en España. La sociedad española, en su conjunto, demuestra que las dinámicas de cambio iniciadas durante la II Repúblicas, truncadas fatalmente con el golpe militar y la posterior dictadura, ya se habían instalado en enormes capas de población. La sociedad española ha demostrado una capacidad de adaptación, de rearticulación de identidades y discursos y aceptación de cambios estructurals mucho más loables que el eterno cuento de la transición política [utilizado como principal modelo de modernización]. El auténtico cambio no se efectuó, de esta manera, en la cúspide del poder político, sino en una sociedad sedienta de libertades y derechos democráticos; en una sociedad abierta al cambio y que en poco menos de 20 años ha manifestado una actitud democrática y progresista que parece no ser secundada por la lamentable clase política española.
Mientras, la homosexualidad sigue siendo una temática de gran polémica y que genera un debate interminable en muchas zonas del globo. Las nuevas formas de familia y la rearticulación de la identidad gay y lésbica no sólo han de enfrentarse a la crítica sistemática de los defensores del orden tradicional [ergo, del discurso hegemónico], sino a la deconstructiva crítica proveniente de los sectores más radicales gays, lésbicos y heteros: los activistas queer o los relativistas históricos de la nueva historia. Algunos historiadores españoles han organizado un Congreso Internacional sobre la represión de la homosexualidad durante el régimen de Franco. Desde una persepctiva harto convencional [aunque loable], éstos historiadores y sociólogos tratan de examinar las causas que desembocaron en la inclusión de los homosexuales en la lista de perseguidos por el régimen; en su inclusión como grupo social de especial peligro para la estabilidad de la dictadura y los mecanismos de represión llevados a cabo por Franco. El Congreso se está desarrollando en el MEIAC de Badajoz, antigua cárcel de peligrosidad social de Badajoz, y forma parte de los actos académicos que conmemoran el 75 aniversario de la proclamación de la II República y el 70 aniversario del inicio de la guerra civil. Os recomiendo el siguiente enlace de un homosexual condenado por su condición sexual a prisión en la fase epigonal de la dictadura; la entrevista pone los pelos de punta hasta al más escéptico.