Xerach F. Smeding

Este sábado ha comenzado la Cumbre entre los líderes de 40 naciones africanas con los dirigentes de la República Popular China, el denominado Foro África-China, que el gobierno de Pekín considera una de las Cumbres más importantes desde la fundación de la República en 1949. Pero, a pesar de las buenas intenciones chinas de aumentar las ayudas al continente más pobre del globo, con un incremento sustancial de los créditos para el desarrollo [estimados en unos 5 billones de dólares en los próximos tres años], las esperanzas de China se centran en un mayor y más directo control de uno de los potenciales mercados del futuro más inmediato. Los drigentes comunistas pretenden con este acercamiento diplomático de primera envergadura, reforzar los lazos comerciales y políticos de unas naciones, las africanas, excesivamente vinculadas económica y políticamente a sus antiguas potencias coloniales.

China lleva, desde inicios del presente siglo, desplegando una intensa actividad diplomática fuera de Europa y EE.UU, centrándose especialmente en los mercados del mundo subdesarrollado: América Latina y África. Con el lema Amistad, desarrollo, cooperación y paz, los chinos pretenden hacerse un hueco en el suculento negocio de la venta de tecnología made in China y tener un acceso preferencial a las materias primas básicas para el desarrollo del gigante rojo, y muy especialmente el control del oro negro africano. Los datos parecen confirmar una mayor cooperación económica entre China y los estados africanos; en el 2005 el comercio entre China y África creció en más de 40 billones de dólares, diez veces más que los niveles registrados en 1995. Las compañías estatles de petróleo chinas, han iniciado su expansión por África firmando contratos de exploración con Nigeria, Angola y Sudán. Mientras, las manufacturas chinas pretenden invadir el mercado africano con sus textiles baratos, algo más que necesario en un mercado caracterizado por el bajo poder adquisitivo de los consumidores.

Pero además, China ha llevado a cabo una intensa campaña para condonar las deudas de los países más pobres de África y una medida aún más necesaria: aumentar el número de mercancías exportadas por los países africanos a China libres de impuestos aduaneros. Pero la clave para entender la caridad china respecto al continente más atrasado de todos, se basa en el indudable hecho de que el 30% del petróleo importado por China proviene de África, y que la madera [comprada a Liberia] y el cobre [al Congo] son elementos básicos para el desarrrollo del gigante rojo.

Los analistas consideran que la entrada de China en el panorama político y económico africano, supondrá un cambio geopolítico sustancial, obligando a la Unión Europea y a los Estados Unidos a replantear sus obsoletas y caducas políticas con respecto a África.

Pero también hay consecuencias muy negativas en el reforzamiento de los lazos entre China y África. Algunos analistas consideran que los dirigentes de la República Popular pretenden presionar a los africanos para que aislen económica y políticamente a la rebelde Taiwán, reafirmando el tradicional mantra chino de que "sólo hay una China". De hecho, a la cumbre fueron invitados como observadores las cinco naciones con las que China no mantiene relaciones diplomáticas [al tenerlas, en su lugar, con Taiwán]: Gambia, Malaui, Burkina Faso, Suazilandia y Santo Tomé y Príncipe [negándose a asistir a la reunión].

En algunas naciones africanas hay un profundo malestar por lo que consideran una nueva y más moderna fórmula de colonialismo asiático: la llegada masiva de trabajadores chinos [que amenazan los puestos de trabajo de los africanos] y de productos que invaden los mercados locales y afectan a la producción de las indusitras africanas. De hecho, los sindicatos sudafricanos afriman que unos 60.000 puestos de trabajo han podido perderse en los últimos años a causa de la nueva colonización china. Además, las organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch afirman que China está dando cobertura política a países en los que se violan sistemáticamente los derechos más básicos, como Sudán o Zimbabue.

Mientras, la capital china se ha engalanado con miles de farolillos rojos, alfombras rojas y cientos de carteles con imágenes de la sabana, leones, jirafas y elefantes. Las autoridades chinas han tomado medidas excepcionales como modificar los horarios de los colegios de la capital, dejar casi medio millón de coches oficiales en el garaje e impedir a los taxis circular por la autopista que conduce al aeropuerto. Con estas medidas [que son un claro ensayo para las que se tomarán en el 2008 con las olimpiadas] se ha pretendido evitar los habituales atascos que afectan a Beijing y que éstas no interfirieran en el desarrollo de la Cumbre.