Oaxaca
El caos y el terror parecen haberse adueñado definitivamente de la ciudad colonial capital de uno de los Estados más pobres de México, Oaxaca. Según datos de las Naciones Unidas, de los 50 municipios más pobres de los Estados Unidos Mexicanos, 21 de ellos se encuentran en el Estado de Oaxaca. Lo que se inició como una huelga de los sindicatos de la enseñanza de la capital oaxaqueña, se ha transformado en una revuelta social en toda regla, cuyo principal objetovo es desbancar del poder al priísta gobernador del Estado, Ulises Ruiz (URO). El Estado ha estado gobernado sistemáticamente durante los más de 70 años de "democracia" por dirigentes del PRI, años en los cuales Oaxaca se ha ido convirtiendo en uno de los Estados más pobres y olvidados de la federación mexicana, junto a la siempre paupérrima [y fascinante] Chiapas.
Visité Oaxaca hacia mediados de septiembre durante mi visita a México. La ciudad se hallaba en un estado deplorable. Barricadas por doquier, pintadas y graffitis en todos los edificios [incluidos los del maravilloso casco antiguo] y milicias populares que parecían controlar los accesos al zócalo de la ciudad. A pesar de ello, la ciudad vivía una relativa calma por entonces, en los días previos al día de la independencia. De hecho, las celebraciones fueron llevadas a cabo por la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO), que a través de milicias populares armadas con gigantescas varas de aluminio y armas de fuego controlaban el acceso al zócalo. Los dos días en los que estuvimos en Oaxaca no presenciamos ningun episodio de violencia, al parecer recurrentes estos días.
Quiero expresar desde este blog mi profundo apoyo a las reivindicaciones del APPO y de todos los oaxaqueños, hartos de tantos meses de violencia y empobrecimiento progresivo. Tanto el PRI como el PAN del epigonal presidente V. Fox han de acordar una solución duradera a este conflcito, que ha de pasar por dotar de mayores medios económicos a la depauperada Oaxaca; incrementar el deplorable sueldo de los profesores promotores de la insurrección popular; y, ante todo, forzar la salida del corrupto y antidemocrático Ulises Ruiz.
